Discípulos y discípulas itinerantes_OSCAR GONZÁLEZ_Trifrontera amazónica (Perú, Colombia, Brasil)
En el mes de agosto participé de
nuestro encuentro anual en Manaos. Fueron unas semanas bonitas de reencuentros,
trabajo, tiempo de descanso, compartir reflexiones y oraciones... En el Equipo
Itinerante tenemos 2 núcleos, por lo tanto, estos encuentros anuales sirven
para ponernos al día, programar los próximos meses y soñar el futuro.
Ahora estamos en Iquitos, en la
selva peruana. Llegué hace unas semanas con Geni, religiosa de Verbum Dei que,
en otoño de 2019, después del Sínodo de la Amazonía, estuvo en Menorca. De aquí
vamos al Vicariato de Requena, allí nos espera el obispo Joan Oliver, un
valenciano que desde hace unos 15 años es obispo. En este vicariato de 80,000
km2, casi no hay carreteras, lo atraviesa el Amazonas y los diferentes
afluentes. Son regiones muy aisladas donde la presencia de la iglesia es muy
escasa o nula. Por lo tanto, queremos ir con un pequeño equipo misionero del
vicariato para conocer y hacer presencia. Estas itinerancias no son para evangelizar
o hacer catequesis... la puerta de entrada siempre es escuchar las necesidades
y compartir su vida. Y tratar de que, como iglesia, seamos cercanos a sus
problemas y podamos sumar, en su discernimiento, en las posibles soluciones.
Queremos llegar a las comunidades
indígenas Matsés y Kapanahua. Están a su frontera entre Perú y Brasil, una gran
región aislada y cada vez con más presión de leñadores, buscadores de oro, narcotráfico...
Perú es el segundo productor de cocaína, después de Colombia, y estos
ríos-carreteras sirven para sacar la cocaína hacia Brasil. Así que las
comunidades indígenas son las más afectadas con la invasión de sus territorios.
Vamos con mucha ilusión porque el
Equipo Itinerante nunca ha visitado esta región, por lo tanto toda la
articulación para hacer posible la itinerancia se construye desde cero: pensar
objetivos, conocer su región con mapas, libros de consulta, entrevistas, hacer
los contactos para poder entrar -parar entrar en casa de alguien siempre debe
hacerse con el consentimiento de quienes la habitan, y con más razón en tierras
indígenas-, crear el pequeño equipo misionero local que acompañará ... por esto
una itinerancia siempre supone un tiempo de preparativos.
¿Cómo lo debían hacer los
primeros discípulos?: "los envió de dos en dos delante de sí, en cada
pueblo y en cada lugar por donde él había de ir". Jesús daba unas mínimas
indicaciones, ligeros de equipaje: "No toméis nada para el camino, ni
bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en la bolsa. Calzarse sólo sandalias,
pero no os llevéis dos túnicas”. Tenían la fuerza del Espíritu. Seguro que los
discípulos estaban con una mezcla de ilusión e inseguridad por lo que
encontrarían. Seguro que, de vez en cuando, uno de los dos quería hacer las
cosas de manera diferente del otro y deberían ponerse de acuerdo. O quizás un
discípulo querría quedarse unos días más en aquella familia que tan bien los
acogía, mientras el otro querría ponerse de nuevo en camino.
Nosotros, en estos tiempos vamos
más equipados, nos hacen falta más seguridades para iniciar. Pero queremos ser
fieles y tratamos de escuchar las enfermedades del siglo XXI, tratamos de
transmitir y dar su paz, de hacer el bien, de anunciar, con nuestro testimonio,
el amor... A veces nos entran las dudas: en las itinerancias tenemos la
tentación de querer llenar de "cosas” el tiempo, los días que pasaremos:
hacer esta charla, preparar esta reunión sobre el Sínodo, hacer una pequeña
reunión para escuchar la Palabra… y nos olvidamos de sencillamente ESTAR,
COMPARTIR.
Seguro que los discípulos estaban
con una actitud de escucha, tenían que ofrecer, pero seguro que, con
sensibilidad, se ponían con una actitud de presencia gratuita. Sin querer hacer
grandes cosas, ni grandes discursos. Con su capacidad de "saber perder el
tiempo" en la conversación con los demás.
Y me imagino estos encuentros de
los discípulos, cada cierto tiempo, con Jesús. Volviendo de las itinerancias y
contando lo que habían visto y oído y que guardaban dentro del corazón, como la
madre de Jesús. Seguro que tenían debates y opiniones diferentes en torno a:
¿seguir itinerando por los pueblos o quedar insertados en aquellos lugares
donde nos han recibido bien y el mensaje ha caído en tierra buena? Unos
discípulos quizás querrían quedar insertados, pensando que así podrían
ayudarles a crecer en su fe. Otros quizás opinarían que debían seguir sembrando
por los márgenes de los caminos, donde las heridas están más abiertas... qué
debates más interesantes. Jesús seguro que los escuchaba y acogía con ternura lo
que los discípulos exponían. Esto sería "materia" para orar a solas
en el desierto. Nosotros lo que vemos y sentimos también lo compartimos con
Jesús y tratamos que el Espíritu nos ayude a marcar el camino y el estilo de
presencia.
Yo, después de 17 años insertado
en Honduras, donde las heridas humanas y sociales están a flor de piel, quiero
itinerar. Quiero ir de dos en dos, por los caminos de esta Amazonia y recorrer
pueblos y comunidades, tratar de transmitir paz, amor, ternura y acoger el
dolor causado por sus enfermedades humanas y sociales de este tiempo. Y ante
aquellos hombres y mujeres que seguían a Jesús, me siento pequeño y lleno de
inseguridades. Pero también me siento llamado a comunicar lo que he visto, oído
y sentido, un Dios que se enamora de los pequeños y que es VIDA. Y es que en la
Amazonía hay mucha vida.
Oscar González Marquès
El Equipo Itinerante es una apuesta interinstitucional e
intercongregacional que trabaja desde 1998 en la Amazonía con los pueblos
indígenas, ribereños y excluidos de la ciudad. Claudio Perani SJ formulaba la
propuesta metodológica así a los primeros itinerantes: «Anden por la Amazonia y escuchen lo que el pueblo habla: sus
demandas y esperanzas, sus problemas y soluciones, sus utopías y sueños.
Participen de la vida cotidiana del pueblo. Anoten y registren cuidadosamente
todo, con las mismas palabras del pueblo. No se preocupen por los resultados,
el Espíritu irá mostrando el camino. ¡Coraje! Comiencen por donde puedan».
Una labor muy necesaria que de primera mano he podido oir de vosotros, tanto del equipo como del Vicario Juan Oliver, sin duda una labor que no se puede medir en terminos de resultados, sino de presencia que comparte.
ResponderEliminar