lunes, 22 de julio de 2013

RELACIONES DE DESIGUALDAD EN LOS MERCADOS FRONTERIZOS COMO ORIGEN DE LOS PROBLEMAS DE LOS HUEVOS Y LAS GALLINAS


En las últimas fechas hemos asistido a la prohibición de las autoridades haitianas sobre la importación de pollos y huevos originarios de República Dominicana y como consecuencia a una tensión en las relaciones comerciales e interpersonales entre los dos países. Esto revela una vez más que en el comercio entre ambos países, los sectores productivos dominicanos son los grandes ganadores, y por tanto son sus grandes dolientes. Exportan cerca de US$1,320  millones por las vías formales. Súmele a esto las exportaciones informales que se transan en las ferias o mercados fronterizos organizados por las alcaldías, y las que cruzan en pequeñas cantidades sobre hombros humanos, animales, carretillas o motocicletas.

En contraste, del lado haitiano no hay grandes beneficiarios. Las exportaciones formales haitianas al país no superan los US$14.38 millones por año. Esto es menos del 2% de las exportaciones dominicanas. El desbalance comercial es simplemente abismal. A las exportaciones formales se suman las del comercio informal fronterizo, pero aun asumiendo que éstas dupliquen o tripliquen el valor de las primeras, el panorama es esencialmente el mismo.

Es ese desbalance el que explica que los sectores económicos en Haití tengan poco que perder al entorpecer el comercio binacional. Ese comercio tiene pocos dolientes allí. Se limita a los consumidores cuyo poder es difuso, y al de agentes importadores, los cuales mientras más pequeños son y menos organizados están, menos influencia tienen. Ese parece ser el caso de los comerciantes importadores de pollos y huevos.

Más aún, se puede alegar que el comercio no sólo no interesa a los sectores económicos haitianos, sino que lastima a algunos porque las ventajas competitivas de los proveedores dominicanos, aunque satisface la demanda de consumo, limitan el desarrollo de actividades económicas de interés para Haití.

Pero más allá de eso, la cuestión central es que mientras exista un desbalance tan grande y los beneficios se concentren tanto de un solo lado, no habrá interés del otro lado por proteger, ordenar y potenciar ese comercio, y estaremos asistiendo, una y otra vez, a la misma historia.

Pero, ¿por qué hay un desequilibrio comercial tan significativo? La razón más obvia es que las capacidades productivas en Haití son muy limitadas y sus empresas y negocios no pueden competir en el mercado dominicano. Una razón menos obvia pero que puede ser muy importante es que, a través de mecanismos espurios, a la producción de Haití, especialmente de algunos productos manufacturados, simple y llanamente no se le permite entrar al país, ni siquiera pagando la tasa arancelaria de rigor y los demás cargos. Por ejemplo, llama mucho la atención que productos populares en Haití como la cerveza y algunos productos alimenticios no formen parte de la diversidad de bienes importados que se ofertan en el mercado nacional, especialmente considerando que hay un importante potencial de mercado para éstos gracias a la significativa comunidad haitiana en el país.

Si esta segunda razón tiene peso, el primer paso que habría que dar para despertar interés en Haití por fortalecer y regularizar el comercio binacional es remover esas barreras y empezar a darle a las importaciones desde ese país un tratamiento similar a las que vienen desde cualquier otro. Habría que eliminar el tratamiento discriminatorio de facto que se argumenta existe a través de un esfuerzo sistemático de fortalecimiento y mejoramiento de los servicios aduaneros en los pasos fronterizos, que reduzca la discrecionalidad e impulse el cumplimiento de las normativas comerciales.

Cuando las empresas y negocios haitianos participen y se beneficien del mercado dominicano como lo hacen muchas empresas dominicanas en el mercado haitiano, en ese momento habrá dolientes en Haití y habrá interés por proteger el comercio, y por llegar a acuerdos comerciales equilibrados y duraderos.

República Dominicana se ha propuesto diversificar mercados. Eso es generalmente positivo. De hecho, el mercado haitiano es la mejor muestra porque ha salvado el pellejo a República Dominicana desde 2006 cuando las exportaciones hacia Estados Unidos se redujeron. Pero diversificar no significa “mirar para otro lado”, sino mirar más allá. Ignorar el mercado de Haití es darle la espalda a una buena oportunidad de negocios para muchas empresas en el país. La cuestión es que un país no puede  pretender “comer solo” cuando las relaciones comerciales son cuestión de dos.

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