miércoles, 5 de noviembre de 2014

EN EL COLEGIO Y EL BARRIO

Viendo la realidad de nuestro barrio, decidimos dar un paso más…

En el barrio hay un colegio, con un turno de mañana para secundaria y otro de tarde para primaria, cada uno con unos 500 alumnos. Ya habíamos estado en contacto con el colegio de secundaria, con talleres y apoyo a los profesores de religión. En el colegio de primaria nuestra presencia había sido muy escasa.


Colegio Pedro Domingo Murillo
Viendo la realidad de los niños y adolescentes que vienen a la capilla y al centro juvenil, nos dimos cuenta de que debíamos tener más presencia en el colegio, conversamos con la directora y nos pidió colaboración. Así que propusimos un plan de trabajo para alumnos y padres. La acogida del colegio ha sido muy buena, nos han abierto las puertas y hemos podido desarrollar, creo yo, un bonito trabajo, contando con el apoyo de una psicóloga.

Durante este tiempo hemos dado charlas, talleres y juegos formativos (que iniciamos con la presencia de los voluntarios de la diócesis de Ciudad Real) a todos los alumnos y a todos los padres.

Hemos podido constatar algunas de las carencias que sufren los niños, niñas y adolescentes. Una de las más palpables es el abandono, que provoca descuido y desatención de los niños, niñas y adolescentes en sus necesidades básicas, tanto físicas, como emocionales y de crecimiento. Y como consecuencia de este abandono se ven expuestos a diferentes riesgos: violencia, malos tratos, explotación laboral y sexual, etc.

Son múltiples los casos de niños que sufren violencia física y psicológica, por causa del consumo de alcohol de los padres o familiares, por trabajos mal remunerados y que exigen mucho tiempo fuera de casa, por pobreza y otras causas. Cada vez son más los casos visibles de niños violados, maltratados o que caen en las redes del tráfico de personas.

Niños, niñas y adolescentes que no tienen con quien hablar, quien les escuche y cubra mínimamente sus carencias afectivas. Varios de los niños que venían regularmente dejaron de venir y al verlos en el colegio, nos comentan que tienen que trabajar o cuidar a sus hermanitos o que sus padres no les dan permiso.

En el centro juvenil
Por eso vemos la necesidad de reforzar el trabajo del centro juvenil y de la capilla, no cerrándonos entre sus puertas, sino salir al barrio, salir en busca de estos niños, que no cuentan con un lugar de ocio ni diversión sano. Quizás, diversificar el lugar de acogida, ampliándolo al colegio, nos suponga disminuir el número de los que vienen al centro, aunque hasta el momento la asistencia es buena, los martes y jueves vienen entre 5 y 11 adolescentes, de manera irregular, algo propio de El Alto, los sábados unos treinta y los domingos alrededor de 24. Creemos que trabajar en conjunto con el colegio y cuantas asociaciones haya en el barrio es la mejor forma de prestar un buen servicio a la comunidad.

Hasta pronto

José Adolfo

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