Las
últimas noticias en Siria donde el conflicto bélico ha dejado más de 230.000
muertos y 3.000.000 millones de refugiados nos está llamándo la atención sobre las numerosas situaciones de movilidad forzada
que acontecen en nuestro continente y nos interpela directamente a nuestros
corazones para que pongamos a las personas en el primer lugar, reconociendo su
dignidad y atendiendo sus necesidades en cumplimiento con los DDHH y los
acuerdos internacionales en materia de refugio y desplazamiento.
Para
los Estados es un deber de humanidad cumplir activamente con la protección
hacia las personas refugiadas y desplazadas, impulsar medidas que favorezcan su
integración social, fomentando una cultura de la hospitalidad, de la paz y de
la reconciliación.
Nosotros
en la frontera dominico-haitiana estamos viviendo una realidad parecida en 4
campos de refugiados y desplazados que se están formando en Anse a pitre
(Haití) donde unas 4.000 personas intentan buscar en estos lugares un futuro
mejor para ellos y sus familias huyendo de la pobreza y la falta de alimentos. La foto que abre este articulo esta tomada en Parc Cadeau, uno de los campos de refugiados y desplazados de Haití a los que nosotros damos seguimiento.
Desde mi punto de vista los estados deberían implementar medidas tales como:
-
Un
acceso más amplio y ágil al procedimiento de solicitud de refugio, el
reconocimiento de las nuevas causales de refugio, y la celeridad de su
resolución.
-
La
protección de las y los niños, adolescentes y jóvenes especialmente vulnerables
a las dinámicas ilícitas o en riesgo de reclutamiento forzado.
-
El
acceso de las víctimas colombianas que se encuentran en situación de refugio y
necesidad de protección internacional al Registro Único de Víctimas que les
permite comenzar su proceso de reparación integral.
-
El
acceso de las víctimas de la violencia a los derechos a la verdad, la justicia
y la reparación integral, independientemente del lugar en el que se encuentren,
aún si deciden continuar su vida en el país de acogida.
-
El
acompañamiento para superar los traumas ocasionados por la violencia padecida.
- El acceso a la
educación, a la asistencia sanitaria, al trabajo en condiciones dignas.
Es por
eso que debería ser una responsabilidad de los estados implementar estas medidas para
que la protección de las personas refugiadas y desplazadas, y sus derechos, se
hagan realidad. Sin embargo todas las acciones que se tomen no serán suficientes
si no se fomenta una cultura de la acogida y del respeto que impregne a toda la
sociedad y lleve a relaciones equitativas y justas para cualquier persona, con
independencia de su origen social, étnico o nacional. Por eso, desde mi humilde
opinión, afirmo que la dignidad de las personas debe estar en el primer lugar y
que las políticas y las actitudes de hospitalidad son la mejor garantía de
protección para las personas refugiadas y desplazadas.
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