Hola a todos y todas…
Sí, la vida
sigue y parece imposible que estemos finalizando el mes de octubre.
Este
verano no tuve visita de amigos pero sí de compañeros de Ocasha con quienes compartí algunos días de descanso y
visita a algunas comunidades de Sabaneta y cómo no, al internado de Aventura, casi el equipo en pleno y aunque sin muchachos
en esas fechas, siempre es un regalo visitar a pesar del largo recorrido por
caminos de loma.
Pasaron
las vacaciones con una gripe de casi mes y medio que al final pudimos vencer gracias a Dios, al
antibiótico, la médico y yo…
Y
ahora… porque como dice una canción que cantamos aquí:
“No creas que, has venido tú solo,
fue el mismo Dios que te trajo hasta aquí, no no
no...
No creas que, has venido tú solo,
fue el mismo Dios que te trajo hasta aquí”
Sí, aquí sigo, en Vallejuelo,
porque el mismo Dios me trajo hasta aquí. Este curso realizando tareas
administrativas en el Centro Educativo San Andrés en las mañanas y por las
tardes acompañando las comunidades del Distrito de Capulín con Los Pozos y San
Andrés, además de Palma Cana y Sonador.
Hay algunas más pero me resulta imposible acercarme hasta ellas por falta de
transporte. La semana se me queda corta, la lluvia suele ser por la tarde y en ese caso se
suspende la visita y la catequesis. Se forma mucho barro (aquí le llamamos
lodo) y todos se quedan en casa. El martes pasado llovió mientras estábamos en
catequesis y a mi regreso en moto también.
Sigo coordinando la catequesis en
esta zona y donde aún no hay catequistas acompaño yo a los niños y niñas, que
los hay, muchos y de todas las edades. Es una maravilla estar con ellos, les
encantan las fotos, se mueven, vienen y van,
con paciencia es fácil. En las comunidades donde no hay capilla la falta
de espacio adecuado complica la catequesis. En algunas no hay asientos para
todos y se pelean… hemos decidido que cada uno lleve una silla…
Unos
con más interés que otros, unos pidiendo cosas materiales como mochilas, lápices,
cuadernos…. Y yo diciendo que sólo voy a compartir el Evangelio de Jesús,
aprendiendo cómo Él nos ama, cómo vivió y dio su vida por nosotros, para rezar,
jugar, cantar, que haremos alguna fiesta para celebrar la Navidad…. Pero que no
doy cosas…
En un día de catequesis todos disfrutamos
leyendo las cartas y viendo los dibujos que hicieron
los niños y jóvenes de grupos de catequesis de la Parroquia El Buen Pastor de Miranda de Ebro .
Se
maravillaron con los colores de los dibujos puesto que aquí muy pocos tienen pinturas
para colorear.
En algunas comunidades se han
acostumbrado a pedir y recibir. La iglesia evangélica, muy extendida por todo el
país, además de entregar dinero para material escolar y ropa durante todo el
año también da apoyo escolar. Nosotros no tenemos recursos económicos ni humanos. Tampoco funcionamos así y muchos acuden donde les dan
por lo que salen de la Iglesia católica.
Hay cierta apatía,
desconocimiento, pobrezas materiales y espirituales… algunos responsables de
nuestras comunidades comentan que en definitiva da igual a la iglesia que
vayan, que Dios es el mismo y mientras sean religiosos… Yo me digo: igual,
igual… Desde la formación, el testimonio y el acompañamiento intentamos con
muchas dificultades fomentar su pensamiento crítico, fortalecer su autoestima y
ayudar a impulsar una acción transformadora que surja de ellos mismos y sean protagonistas del cambio.
Los
domingos acompaño al sacerdote a las diferentes comunidades donde celebramos la
Eucaristía, de esta forma mantengo la comunicación y relación con ellos.
En
estos días empezamos a organizar la planificación del año 2017, pues aquí se
realiza por año natural. El Padre Moisés me invitó a ir al Encuentro Nacional
de Pastoral en Santo Domingo junto con otras personas de la Diócesis de San
Juan de la Maguana. Fue un regalo el
poder asistir y compartir tres días con los representantes de toda la Iglesia
dominicana, que cuenta con 11 Diócesis, para evaluar las tareas pastorales y planificar
las líneas principales del próximo año. Tuve ocasión de compartir experiencias,
saludar a sacerdotes y laicos españoles que colaboran en diferentes diócesis y
pastorales… Se veía una iglesia viva en
la que laicos, religiosos y sacerdotes intentan trabajar en comunión con sus
pastores desde las diferentes realidades que existen, entre el norte y el sur,
las comunidades urbanas y las de las lomas y zonas rurales, las del centro y
zonas de frontera… cada una con sus problemáticas específicas.
Creo que no os he hablado de mis visitas al Leprocomio de Nigua en Santo
Domingo… Lo conocí gracias a las Hermanas Mercedarias de la Caridad. Están
presentes desde 1923 con su trabajo y dedicación; en la actualidad siguen
curando y remediando las llagas físicas y espirituales de los que viven allí.
Con la ayuda de la Congregación y las campañas que realizan mantienen el Centro
ya que el Gobierno dominicano desde el Ministerio de Hacienda no asume el coste
total que supone atender las necesidades de los pacientes. La Oficina Mundial
de la Salud sí provee los medicamentos de los enfermos.
La lepra es una enfermedad que
afecta a la humanidad desde hace más de 4.000 años. Es producida por el
microbacterium leprae o bacilo de Hansen, descubierto en 1874 por el médico
noruego Gerhard Armauer Hansen. En medio del dolor y de la discriminación la
Merced está presente por medio de cada Hermana Mercedaria como pedía el
fundador de la Congregación, Padre Zegri.
El Centro cuenta con oficinas,
cocina, comedor, alrededor de 40 dormitorios y una gran área para cultivos, además de áreas de esparcimiento donde los enfermos ven la
televisión, escuchan música, descansan, juegan a las cartas y dominó o
simplemente se cobijan a la sombra de un árbol en el jardín. El personal lo
componen médicos, enfermeras, porteros, cocineras
y jardineros.
Ha sido un descubrimiento y toda una experiencia para mí. En mis visitas, hablo con unos y otros; les hay extrovertidos
y la charla es amena, fácil… con otros no tanto. Con las mujeres resulta más
difícil… Les hay con la enfermedad más o menos avanzada, algunos con
amputación de algún miembro como piernas, pies, manos o dedos… con más o
menos años de ingreso en el Centro. Una realidad que desconocía y me impactó. Su serenidad, su paz a pesar de la gravedad de la enfermedad que
atendida en sus comienzos es curable y sin embargo, para los allí ingresados ya
no lo es. Algunos sin visitas de parientes ni amigos; su
lepra no ha curado y sólo esperan la muerte. En otros casos sí reciben visitas o llamadas de sus familiares. Rostros,
vivencias, dolor y alegría que pongo en manos de Dios.
Estos
días he recibido muchos saludos y felicitaciones por el mes de las misiones. Aquí también se
celebra el Domund aunque principalmente todo el mes está enfocado a la Misión
Continental. Laicos de todas las parroquias son enviados como misioneros a
visitar familias anunciando el Evangelio.
Desde estas líneas quiero dar las
gracias a todos los que rezáis por los misioneros y misioneras que nos
encontramos en países de misión. Todos somos misioneros, ahí y aquí, cada uno
allí donde el Señor le ha llevado. Gracias
a la familia, amigos, compañeros de trabajo, Ocasha, a todas las Parroquias de
Miranda de Ebro y en su nombre a los párrocos: Jesús Mari, Marcelo, Rafa, Ángel,
Goyo, Rubén y León, desde la ciudad donde nací y crecí, sé que me seguís
acompañando. Que el Señor nos de la fuerza, el coraje
de seguir tras las huellas de Jesús de Nazaret y la esperanza de que “otro
mundo es posible” si todos colaboramos en la tarea a la que hemos sido
llamados. Que seamos todos y en cada lugar del mundo misioneros de la
misericordia, porque, como dice el Papa
Francisco: “la misericordia es la caricia de Dios”.
Unidos en la Misión y
la oración.
Charo
Corcuera García. OCASHA-CCS
Vallejuelo.
San Juan de la Maguana.
República
Dominicana. Octubre 2016
Que bonito testimonio, Charo! Muchas gracias por todo lo que estás compartiendo!
ResponderEliminarCharo, parece que esperas un tiempo para concentrar todo lo vivido. Nos alegra tu testimonio misionero. Tambien me vienen retazos de mi vida en la misión. Animo y sigue compartiendo que se nos abre el espiritu misionero.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha paz, fuerza y gozo en tu labor misionera. El encuentro con los enfermos de lepra tiene muchas reminiscencias evangélicas.
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