jueves, 16 de noviembre de 2017

Carlos desde Jimaní

Saludos, Familia. Soy Carlos García, sobre el papel, soy misionero de OCASHA. Pero además de eso, en esencia, soy un joven con sed de servir.


A través de este blog me gustaría que conocieseis la realidad de experimentar a Dios tal y como yo lo estoy haciendo. así que esta entrada es para explicar cuál es mi papel aquí.


Las primeras semanas fueron de inmersión. Mi compañero Juan y yo viajamos a lo largo del país, conociendo a los distintos misioneros católicos de españa (tanto de mi asociación, como de otras; laicos, sacerdotes, religiosas…) Para formar un lazo fraternal, al compartir el mismo sentir misionero. También tuvimos oportunidad de ver el trabajo de distintos centros sociales jesuitas dentro de República Dominicana, en especial en la zona fronteriza.


Esos primeros meses fueron muy difíciles. Y la dificultad no era por el clima, la comida, o las diferencias culturales (estas diferencias no son evidentes. sólo las notas en los detalles y en los matices) sino por el hecho de no tener cerca mío a mi familia, amigos, mi pueblo. La nostalgia dolía mucho, en especial en esos momentos en los que el trabajo que haces parece no tener sentido.


El tiempo fué pasando, y he visto cómo Dios no me ha abandonado en ningún momento. A través de todos los momentos de dificultad, el apoyarme en su palabra ha sido un motivo de esperanza. Ahora siento fuerzas renovadas cada día, y una alegría aún mayor si cabe que la que tenía en España. Y eso se debe a dos cosas principalmente:


Primero, cuando encuentras personas con las que compartir tu fe, tus vivencias y tus esperanzas. Con la que compartir la Eucaristía, y momentos de oración.


Segundo, cuando encuentras un sentido a la labor que estás haciendo, y puedes comprender que cada paso que das y cada día que vives es una nueva oportunidad de servir a Dios y llevar su Palabra, allí donde el Señor te ha puesto. Y he dicho sentido, que no fruto… sembramos con gozo, y los resultados se los dejamos al Espíritu.


Vivo en la ciudad de Santiago de los Caballeros. La segunda más grande de República Dominicana. No es una ciudad tal y como la conocemos en España. Aquí hay mucha inseguridad, violencia, desigualdad social y difícil acceso a cosas tan básicas como agua corriente, luz o salud en condiciones. Mi trabajo aquí es con jóvenes, y podría decirse que se divide en dos vertientes:


La parte social, donde estoy trabajando como promotor de jóvenes en el centro social CEFASA. Mi labor aquí es capacitar y dar herramientas a los jóvenes para poder analizar la realidad sociopolítica que los rodea, siempre a la luz y valores del Evangelio, y una vez comprometidos con ésta realidad, les ofrecemos alternativas para ser agentes de cambio entre sus seres queridos, compañeros de estudios y trabajo. A la larga tenemos la esperanza de conseguir un país más justo por medio de las nuevas generaciones emergentes.


La parte espiritual es más un misionero “al uso”. Visito grupos de jóvenes, capillas, iglesias y parroquias, catequesis, pastorales… acompañando a éstos en sus procesos. Un ejemplo de este trabajo sería consejero espiritual de distintos coordinadores de pastoral juvenil, y líderes de jóvenes, analizando las problemáticas sociales y espirituales a las que se enfrentan, y buscando juntos en la Palabra y por medio de oración respuesta a estas problemáticas. Es mucha responsabilidad, pero estoy maravillado y contentísimo con este aspecto de la misión.


No todo es fácil a día de hoy. Me enfrento a problemas que nunca antes imaginé tener que enfrentar (por ejemplo, dos huracanes). Aún hay cosas por mejorar en mi vida como misionero, como jóven, como cristiano: pero es un proceso y un camino que estoy haciendo.


Quiero darte las gracias por leerme. Por la oportunidad de permitirme expresar cosas para las que es muy dificil encontrar palabras. Rezo para que nuestro señor use mis buenos y malos momentos compartidos con los jóvenes dominicanos para que tú crezcas en el amor del Dios de Jesús,


Y si no es mucho pedir,.. pon a la juventud dominicana en tus oraciones. Quizá así puedas ver más adelante en el blog cómo Dios nos usa para hacer crecer su Reino.


Un abrazo.

3 comentarios:

  1. Gracias a ti, Carlos por compartir tu experiencia.
    Deseamos que esa siembra germine algún día y multiplique los frutos. Igual tu ni siquiera los ves pero aquello valioso que se posa en los corazones de los jóvenes permanece para siempre, esperando la oportunidad de salir.
    Ojalá que lo que tú estás dando, ellos lo puedan dar.
    Te leemos con esperanza. Ojalá que podamos seguir encontrándote por estas páginas.
    Abrazos. Luz y Quique

    ResponderEliminar