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lunes, 23 de septiembre de 2019
Video reflexión
Después de más de dos años en Rep. Dominicana, aquí un pequeño video con fotos
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domingo, 22 de septiembre de 2019
NUEVOS PROFETAS
Cuando escuchas en silencio el llamado de Dios, reflexionas sus enseñanzas; y eres capaz de abrir los ojos al hermano sufriente, casi con seguridad y en coherencia atenderás el clamor de los pobres y pondrás rostros a las diferentes expresiones de la pobreza. Manta, ciudad pequeña, costanera, acogedora, cálida, obrera,… es el tercer destino por preferencia de nuestros hermanos venezolanos que siguen huyendo forzosamente de sus hogares ante la imposibilidad de cubrir sus necesidades básicas, como son agua, alimentos, salud, educación, seguridad… derechos humanos.

Esta semana tuvimos el regalo de asistir en Quito, a un encuentro de todas las instituciones de la iglesia que estamos realizando algún tipo de atención con la población que sigue llegando. Esta red se denomina “RED CLAMOR”. La idea era compartir experiencias, formarnos y coordinar actuaciones.


También encontramos un padrecito que salía cada tarde con su camioneta y un grupo de jóvenes a recoger a esas familias que vienen caminando con sus pocas pertenencias. Los acogen, los llevan a un albergue, les curan las heridas de sus pies y les ofrecen una comida calentita. Mientras oíamos su historia me acordaba una y otra vez de la parábola del Buen Samaritano. Religiosos que abren sus capillas en la noche como centros para descansar y reposar, religiosas que ceden sus casas cerradas para que desde Cáritas u otras congregaciones hagamos centros de acogida, laicos super comprometidos en frontera, coordinando a un lado y otro de la misma para intentar evitar la trata de personas, la vulnerabilidad del que no tiene nada,…
No podíamos evitar que se nos escaparan las lágrimas oyendo testimonios de situaciones inimaginables. Como a los apóstoles en el camino de Emaús sentíamos como se encendían nuestros corazones, cómo algo latía de manera especial por dentro. Cómo el llamado a servir y a animar a que otros sirvan iba a ser un fuego que llevar de vuelta a nuestros lugares de trabajo.
Ante todo lo vivido sólo una palabra nace de nuestra oración: GRACIAS, mil gracias a todos por vuestras palabras, gracias por el tiempo compartido, gracias por vuestras ganas de transformar el mundo, por ser profetas de este tiempo; y como no, gracias a Dios, por permitir que desde nuestras debilidades sigamos siendo testigos de la inmensidad de su amor en el océano de la Vida.
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