UN AÑO EN HONDURAS
Hace un año que llegué a Honduras como misionero
laico de OCASHA-Cristianos con el Sur, enviado por mi diócesis de Oviedo. Creo
que es momento de hacer balance y compartir con vosotros mi experiencia durante
este tiempo.
La labor del equipo de OCASHA-CCS es colaborar con
la entidad ACOES, que en Honduras tiene un amplio programa para ayudar a la
capacitación de la juventud hondureña. Escuelas, guarderías, residencias… son
algunos de los recursos de los que dispone. La base del proyecto es fomentar la
educación como herramienta indispensable para el desarrollo personal y
comunitario. En concreto, el equipo de OCASHA-CCS apoya en las residencias de
estudiantes Populorum Progressio, que pretenden que la formación de los jóvenes
de las comunidades rurales más retiradas no se trunque.
Durante el año pasado realicé mi labor misionera
en el pueblo de Copán Ruinas, una zona muy retirada (al lado de la frontera con
Guatemala) y en la actualidad me encuentro en la ciudad de Marcala,
perteneciente al departamento de La Paz. En todo el país la situación es muy
complicada, y la educación no es una excepción. Las familias no ven la
importancia que tiene la educación para los jóvenes y las instituciones no
apoyan como deberían. La deserción escolar, las pandillas, los embarazos en
adolescentes o la emigración a los Estados Unidos son el ¨pan nuestro¨ de cada
día.
Como ya os comenté en alguna ocasión, es admirable
el esfuerzo de muchos jóvenes que, a pesar de las dificultades, quieren seguir
estudiando. Recorren kilómetros a pie para ir a la escuela, trabajan entre
semana para conseguir dinero para sus útiles o la matrícula en el colegio, se
enfrentan en ocasiones a la oposición de su familia y su comunidad.... Son la
esperanza de este país y un ejemplo de superación increíble.
La labor que desarrollamos en las residencias es
muy variada. Por un lado, atendemos a los muchachos que viven con nosotros. Les
acompañamos en el día a día, con las tareas escolares, a los que terminan
bachillerato les preparamos para el examen de acceso a la universidad… Y luego
está el trabajo en las comunidades rurales, donde se llevan distintos
proyectos: guarderías, becas, educación a distancia y atención a ancianos y
personas con discapacidad. Es mucho trabajo y a veces llegas al final del día
agotado, pero con la satisfacción de haber colaborado a mejorar la vida de
todas estas personas.
Sin ninguna duda, lo que más disfruto en la misión
es compartir el tiempo con la gente sencilla. Siempre que visitamos alguna
familia, nos reciben con gran hospitalidad y nos invitan a compartir lo poco
que tienen: un café, un poco de frijol, una sopa de gallina… Es en esos
momentos donde percibes que la dignidad de las personas no depende de cuánto
dinero tienen, sino de afrontar los embates de la vida con esfuerzo y entereza.
En ellos está Jesús crucificado por tanta injusticia.
En Nochevieja y Año Nuevo, tuve la gran suerte de
visitar a los amigos pasionistas de San Salvador. Era un viaje que tenía en
mente desde que vine a Centroamérica. El ejemplo de los mártires desde hace
mucho tiempo me ha conmovido y animado en mi vida de fe. El Salvador, y toda
América en general, es una tierra de mártires. Visitar la tumba de San Óscar
Romero, la capilla donde lo mataron o conocer la UCA, donde acribillaron
a Ignacio Ellacuría y compañeros jesuitas, fueron experiencias que jamás
olvidaré y un regalo de Dios. Estos días, también estamos conmemorando en la
ciudad de La Esperanza, muy cerca de Marcala, el martirio de Berta Cáceres,
otra mártir por la causa de la justicia y los derechos humanos.
Vine a Honduras con las dudas normales cuando
alguien toma una decisión de este tipo: no sabía si me arrepentiría de haber
venido, si me acostumbraría al país, a los compañeros… Ahora puedo decir, tras
un año de experiencia misionera, que estoy feliz de haberme embarcado en esta aventura
a la que Jesús me venía llamando desde hacía tiempo. Es un camino que no sé muy
bien dónde me llevará, en todo caso, lo importante es caminar al lado del Señor
y dejar que Él me vaya guiando.
Un abrazo fraterno
Alfonso Pombo
Adelante Alfonso, el primer año siempre es crucial marca la vida de la misión pues ya cuentas con la experiencia para seguir adelante.
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