viernes, 21 de febrero de 2014

Haití sigue esperando su reconstrucción


Hola compañer@s,

Los pasados días 16,17 y 18 de febrero acudí a una reunión sobre cambio climático y su afectación para Haití y Republica Dominicana que se celebraba en Puerto Príncipe. Os debo de confesar que me resultaba muy ilusionante la idea de ir a la capital de Haití, que aunque estando solamente a dos horas y media de distancia en guagua pública de Jimaní todavía no había tenido la posibilidad de visitar después de dos años en la frontera.

Fueron dos conchos y cuatro guaguas públicas las que tuve que coger para recorrer la distancia que me separaba de Puerto Príncipe, pero así quería verlo, desde los carritos públicos, con la gente, paseando por sus calles, con el miedo a montarme en una guagua que me alejara de mi destino final pero alegre por tratar de hacerme uno más con la gente.

Con cierto miedo a lo desconocido, a la inseguridad ciudadana de la que tanto se habla pero con una ilusión capaz de mover montañas llegue a la capital haitiana. Nada más poner pie en tierra, después de observar con detalle cada calle, cada edificio, cada casa y de mirar a los ojos de las personas con las que me cruzaba, me embargo un sentimiento de profunda inquietud, no solo con respecto a la capacidad de las instituciones públicas a responder a las demandas sociales sino también por el poco compromiso de estas en la política de reconstrucción del país. Suena dura la anterior afirmación que he realizado pero estoy en el Blog de OCASHA y creo que puedo expresar semejante opinión con toda la sinceridad que sentí en ese momento.

La destrucción causada por el terremoto del 12 de enero de 2010, mató a más de 250,000 personas, más de un millón quedaron sin hogar, 42 edificios públicos fueron destruidos y por desgracia, según mi apreciación, la profunda herida que sufrió el país está aún muy presente en Puerto Príncipe, la capital del país más pobre del continente americano. Actualmente cerca de 200,000 personas siguen viviendo en condiciones precarias en albergues temporales, y se quejan de haber recibido poca ayuda desde que las organizaciones no gubernamentales dejaron de ocuparse de su situación. El gobierno, en una acción de lavado de imagen para hacer creer al mundo que trabajan sin descanso y tienen el centro de la capital “limpio”, ha llevado una política de desalojos forzados trasladando los campos de refugiados existentes en las principales calles de la ciudad a las afueras de esta para que sean menos visibles a luces y taquígrafos.



Mientras tanto el primer ministro haitiano con
stantemente lanza llamados a la comunidad internacional para que entregue la ayuda prometida por cerca de 9,000 millones de dólares alegando que “si la comunidad internacional hubiera honrado su compromiso, hubiéramos podido lograr diez veces más de lo que hemos hecho”, “debemos lograr que la comunidad internacional tome conciencia de la situación, aunque debemos de decir que hoy Haití se encuentra en mejores condiciones que hace cuatro años, aun cuando falta mucho por hacer”.

Mi sensación es que una parte importante del dinero, según he leído cerca de un 42%, fue dedicada a aliviar la emergencia luego del terremoto, y no a la reconstrucción. La inestabilidad política que siempre tienen los gobiernos en Haití también ha desviado la atención de los proyectos de reconstrucción. La sensación después de tres días recorriendo Puerto Príncipe a pie y en carrito público, con ciertos miedos pero con gran ilusión y con un Kreyol básico de andar por casa, es que cuatro años después todavía hay retos significativos para que Haití siga en el camino hacia la reconstrucción. Unas 817.000 personas aún requieren asistencia humanitaria, datos de Naciones Unidas, debido a las precarias condiciones de vida y al alto riesgo de ser desalojadas forzosamente de los 306 campos de desplazados restantes que aún quedan en la ciudad. Asimismo, la inseguridad alimentaria, los altos niveles de desnutrición y la persistencia del cólera hacen que la población siga dependiendo de la ayuda humanitaria. Concretamente el cólera supone una grave crisis de salud pública, ya que Haití registra la mitad de los casos sospechosos de cólera en todo el mundo.


1 comentario:

  1. Cuando con Marga estuvimos visitando Jimaní antes de que Inma y tú llegaran al país, no paramos de ver camiones que pasaban la frontera hacia Puerto Príncipe con material para la reconstrucción del país. Estuvimos sólo unas horas, pero el número de camiones que pasaron fue muy grande.
    Es verdad que se prometió más de lo que se dió y que las necesidades eran y son todavía muy grandes, pero visto el trajín de la frontera un año después del terremoto sorprende ver las condiciones en las que muchos haitianos tienen que continuar viviendo en estos momentos.
    Una no puede dejar de hacerse preguntas...

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