Esta semana hemos tenido que rehacernos en un par de ocasiones de dos
noticias que nos han dejado un poco "tocados". Hechos que no son nada
nuevos para la gente de aquí, pero que sí lo son para nosotros. Hechos que
sabes que pasan, pero cuando la gente ha dejado de ser gente en abstracto para
convertirse en personas concretas que te importan y quieres, ya te afectan de
otra manera.
La primera fue el domingo, cuando llegamos a casa después de haber pasado
dos semanas fuera. Teníamos ganas de llegar temprano para poder ver y jugar un
poco con nuestros vecinos. Pero cuando llegamos, la familia de uno de nuestros
“vecinitos” no estaba, se habían ido a vivir a otro lugar. Es un poco complejo
de explicar, pero por motivos diversos relacionados con la precariedad
económica, la falta de educación, la inmigración, el miedo a una justicia que a
veces no es justicia, ... habían cogido miedo y decidieron huir. Fue un golpe
por no habernos podido despedir, por lo que ya intuíamos que les echaríamos de
menos y sobre todo por la incertidumbre de si se encontrarían bien.
A los dos días, también nos hicieron saber que una de nuestras alumnas de
Aventura no se inscribiría este curso, ya que durante el verano se había
casado. Una chica de 15 años que estaba haciendo quinto. ¿Pero que tenía novio? ¿Pero qué pasó? No, nada. En las comunidades de
la loma, se da mucho eso. Es una pena, pero se ve como normal. En este caso
la escuela no ha tenido la fuerza suficiente para retrasar un poco esta
dinámica.
También estas semanas que hemos estado por Sabaneta y hemos tenido acceso a
internet, hemos estado más "al día" de lo que los periódicos dicen
que pasa en el mundo. ¿Dónde han quedado aquellos agostos en que las noticias
eran para llenar? Qué cantidad de conflictos, de odios, de desgracias, cuánta
tragedia en nombre de falsos dioses, ... En definitiva, cuánto sufrimiento
encarnado en personas de nombres concretos.
Hemos vivido algunos momentos oscuros esta semana. Como todo el mundo los
vive, claro. Con una sensación de que cuando estás entre la gente más débil, el
sufrimiento es más fácil que toque en la puerta. Cuando viene un viento fuerte,
los fundamentos aguantan menos. Hay algún momento oscuro que tendrías ganas de
huir. Sientes como que te han arrebatado algo que te hacía bien, que te hacía
sentir a gusto, que te impulsaba a darte y eso de alguna manera te daba
sentido. Momentos que tienes la tentación de poner el freno. Piensas, es que
... vamos a sufrir. Pero no hay otra opción. Amar, supone tarde o temprano
sufrir. ¿Cuál es la otra opción? ¿No amar? No hay duda, mejor estar abiertos al
sufrimiento.
En medio de este tiempo inestable, hemos recibido un correo que confesaba
que este año había sido un año de reconocer esto de: es dando que se recibe, es muriendo que se resucita, ... No
respondía a nada que contábamos pero lo hemos acogido como si fuera dirigido a lo
más profundo de lo que estamos viviendo estos días. Nos ha animado a no dejar
que el freno, frene más de lo normal.
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