La semana pasada recibimos en Bolivia una visita muy especial, el papa Francisco nos visitó.
Como parroquia nos preparamos para la visita, tuvimos un encuentro de jóvenes de diferentes parroquias, la nuestra, de Oruro, de Machacamarca. En el encuentro reflexionamos sobre lo que significa ser discípulo y misionero, y conversamos sobre la figura del Papa. Terminado el encuentro fuimos como parroquia a recibirlo.
La visita del Papa, como no podía ser de otra manera, puede evaluarse de muchas formas, dependiendo de donde te sitúes. No me voy a detener en el famoso crucifijo que Evo le regaló, solamente decir que es un tallado de Luis Espinal s.j., que fue vilmente asesinado por defender la libertad.
Sin duda es un hombre de ejemplo y gestos, sin detenerme en qué coche usa, cómo vive, etc. Pero el hecho de hacer una visita, la primera que realiza a Sudamérica, y que sea a los tres países más pobres es un gesto o un indicio y los tres encuentros en Bolivia, también. Se reunió con los religiosos, con los movimientos sociales y con los presos de una de las peores cárceles de Sudamérica. A parte de la eucaristía. Nos dijo cosas como:
“Me conmuevo cuando veo madres cargando a sus hijos en las espaldas” refiriéndose a la mujeres, que no solo cargan a sus hijos, sino las alegrías, las tristezas y la historia de su pueblo.
A los sacerdotes les dijo: “Algunos han hecho de la identidad una cuestión de superioridad, ya no son pastores, sino capataces”, les pidió cariño para el pueblo y escucharlo y no olvidarse de donde vienen, de detrás del rebaño.
A los presos les dijo: “El que está ante ustedes es un hombre perdonado, salvado de sus muchos pecados”.
De todas las frases quiero resaltar un trocito de la homilía:
(El evangelio que se proclamó fue el de la multiplicación de
los panes y los peces). “A nosotros nos
puede suceder lo que a los discípulos de ayer, cuando vieron esa cantidad de
gente que estaba ahí, le piden a Jesús que los despida, mándalos a la casa, ya
que es imposible alimentar a tanta gente. Frente a tantas situaciones de hambre
en el mundo podemos decir: «Perdón. No nos dan los números, no nos cierran las
cuentas». Es imposible enfrentar estas situaciones, entonces la desesperación
termina ganándonos el corazón…
"En un corazón
desesperado es muy fácil que gane espacio la lógica que pretende imponerse en
el mundo de nuestros días. Una lógica que pretende dejar espacio a muy pocos,
descartando a todos aquellos que no producen, que no se los considera aptos o
dignos".
"No es necesario excluir a nadie, no es
necesario que nadie se vaya, basta de descartes".
JOSÉ ADOLFO
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