lunes, 3 de mayo de 2021

Saludos a todos desde RD, en Sabaneta, en donde llevo ya dos años viviendo. Un año sin pandemia y otro año pandemia.

Aquí la pandemia ha traído, sobre todo, una gran crisis económica y una crisis educativa. La crisis sanitaria no se manifestado con tanta rotundidad como en otros sitios, gracias a Dios. Qué hemos aprendido en este tiempo de pandemia: hemos recordado la fragilidad del ser humano y la necesidad que tenemos de interdependencia, unos nos necesitamos a otros y unos nos cuidamos a otros. Estas dos enseñanzas las intentamos aplicar en nuestras actividades parroquiales y pastorales y también en el internado en el que estoy colaborando.



El internado está ubicado en la Cordillera Central de Rep. Dominicana, en un entorno maravilloso. Desde mediados de marzo del año pasado las clases presenciales se suspendieron en todo el país. Después de Semana Santa, se han ido abriendo algunas escuelas en determinadas provincias, según lo están determinando las autoridades sanitarias.

En nuestra provincia, todos los centros educativos siguen cerrados para los alumnos. En este año largo, nuestro principal objetivo es mantener el contacto y el vínculo humano con nuestros alumnos. Cada lunes, recorremos las doce comunidades y les dejamos tareas, alimentos y mucho cariño.

            También en la parroquia las actividades se han ido desarrollando de otra manera. Pero, en el fondo, la misión es la misma: compartir la esperanza y trabajar por ser una gran familia. Jesús nos acompaña en nuestro caminar.



            Dando gracias a Dios por todo, me despido desde este rinconcito del mundo y os animo a que, cuando podáis, os deis por aquí una vuelta.

Marta

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