lunes, 15 de octubre de 2012

CAnsada, frustrada,... pero feliz.





Cansada, frustrada,… pero feliz.

En alguna entrada pasada os colgaba un artículo de un historiador hablando sobre la masacre que el dictador Trujillo realizó en la frontera en 1937 por ideologías xenófobas contra la negritud (ya veis la fecha,… hace dos días). Ahí murieron mas de 15.000 personas en su mayoría haitianos, pero también dominico-haitianos y dominicanos. En estos días, hemos estado trabajando en la conmemoración de los 75 años de la masacre llamando a la población a la fraternidad y la paz entre los dos pueblos vecinos-hermanos de Haití y R. Dominicana.
Dentro del trabajo que realizo, acompaño el trabajo de incidencia en la Comisión Binacional Frontera solidaria, esta comisión está compuesta por mas de veinte organizaciones de la sociedad Civil y las Iglesias de la frontera en los dos lados de la zona en la que nos encontramos. Hemos realizado una rueda de prensa conjunta y simultanea en los dos países, también una marcha que supuestamente tenemos acordada y estábamos trabajando en ella desde hace un mes mas o menos, pero entonces un día antes empiezan a decir que no les da tiempo, que no han pedido los permisos, que lo cancelemos,… pero además de eso los compromisos no son reales, la gente se queja, pero no hace ni tan siquiera lo que ya dijeron que harían,… eso vistos con ojos “mundanos” duele, molesta, cabrea,…
Marcha de la Comisión Binacional Frontera Solidaria
Tengo que reconocer que no han sido fáciles estos días (lo confieso, semanas), no se porque será, aunque tengo que reconocer que luego se me pasa pronto el cabreo. No sé si es el cansancio físico del calor y la tensión por los suelos, si es que siempre se tenga que empezar desde el principio en todas las reuniones o la paciencia que a veces pilla algo mas agotada,…
El caso es que de un tiempo a esta parte siento que me cuesta este acompañamiento, me cuesta dejar al otro hacer y no liderar cosas tan sencillas y que si se hace “a mi modo” saldrían antes, porque de A á B hay línea recta y no los rodeos que aquí se dan,… Pero no, sé que esto pasaría, que no puedo caer en la tentación de hacer por mí, liderar, imponer,… Tengo y quiero acompañar, esa la opción que decidí tomar al venir a este proyecto con OCCS.
Ya vamos camino de nueve meses (casi un parto) y es que se nota que cuestan algunas cosas, se siguen echando en falta las seguridades que allá se tenían, aunque por otro lado prefieres lo que esta vida te aporta, no se si me explico. A veces es difícil exponer los sentimientos y más estos que no son fáciles de describir. Por ejemplo, se echa de menos a la familia, pero sabiendo que están bien y que desde allá me apoyan y están comunicados conmigo, se lleva mejor.
A menudo me siento frustrada a nivel profesional (desde la actitud de logros, conseguir objetivos,…) porque creo que no aporto ni un 40% de lo que puedo dar, pero es lo que comentaba antes. Al llegar, mi elección fue la de escuchar, ver y oír,… siento que ya se acabó este tiempo (o mejor dicho, se está diluyendo porque esas aptitudes las tendré siempre en mi vida, allá o acá) Se han ido algunos compañeros del trabajo y hemos quedado tan solo seis en la oficina. Hay mucho por hacer, pero no creo que hacerlo como yo lo haría fuera la solución, porque me hago muchas preguntas ¿No sería eso viable después? Cuándo me vaya ¿como se quedarán las comunidades?, al final ellos lo harán de otro modo, es normal y natural.
Me doy cuenta que el tiempo da perspectiva, ya me siento “aplatanada” me siento a gusto (bueno, lo confieso el calor del día, la tensión por los suelos y comer arroz to’los días, no acabo de asumirlo) pero disfruto con la gente, con su alegría, con poder hablar un poco mas en Kreyol, me encanta salir a las comunidades y charlar con las personas en la puerta de su casa,… eso me llena muchísimo. Pero me bloquea el papel de “oficina” la relación con los compañeros que a veces es difícil y el “eterno” recordar acuerdos ya tomados porque se va a “salto de mata”, las broncas que aquí se dan y ellos luego como si nada,… y eso me lleva a que a menudo me tenga que resituar en mi compromiso acá. Tengo muy buenos apoyos, aparte de los de allá, (¡¡las nuevas tecnologías hacen maravillas!!) y mis pilares acá: mi compañero Pedro, aunque viaja mucho y lo echo de menos algunas veces. Vicente, alguien muy especial para mí que me ayuda a situarme y apoyarme en momentos de bajón y me alegra cada día. Y mi querida Yos, (Creo que por eso estoy algo mas “ñoña” hoy, y es que ella y Sebastián se van a seguir su misión a Haití) ya no tendré esas charlas tan necesarias, esas conversaciones echas oración, y ese poner en su lugar algunas cosillas sueltas. (Gracias amiga¡¡)
Yoselin y yo preparando las pancartas para la Marcha.
Y en esas me ando, poniendo lucha al día, queriendo seguir acompañando, porque por eso elegí OCCS, por su presencia en el Sur. Supongo que será un bajoncillo y ya está, pasa a veces y nos hacen darnos cuenta de lo importante de resituarnos, de que de los errores se aprende y de que “en la oración todo lo hallarás”, como decía Sta. Teresa.
Esta reflexión, así tan “extraña” me ha animado a escribir en esta línea mas trasparente, mas cercana e intima. Ayer mismo leía la revista Sur y Sal que mi diócesis de Ciudad Real edita cada dos meses sobre los misioneros ad-gentes, mi delegado de misiones me pide colaborar a menudo. Me encanta leerla por saber de otros misioneros, de como les va, de lo que cuentan,… Me quedé reflexionando sobre el articulo del compañero José Manuel Zapata y su experiencia en Brasil, lo que el plantea es verdad, aunque yo no me siento así.
Mi experiencia no se como terminará, ni lo que seguirá a estas semanas, meses, años,… pero si sé que a día de hoy estoy feliz, contenta y plena. La experiencia me está enseñando algo muy trabajado antes, “la meta está en mi misma” porque desde luego no puedo ser la misma, no tras haber vivido estos meses así, la unión con las personas con las que vivo, no sintiendo una espiritualidad como la que aquí estoy desarrollando, de abandono al Padre, de sentirme fraterna con el otro, de sentir que aunque a veces falten las fuerzas, “Tú estás conmigo todos los días”, y de que la providencia está presente, de que (como decía el Evangelio hace unos días) Pedid y se os dará, porque Él me está dando aquí muchas cosas que llevo años pidiéndole (Va a ser cierto el pasaje de la Carta a los Romanos 4, 17: “ten Fe y espera lo que Dios te prometió, porque ya te lo a dado pero no ha llegado la hora de que lo tengas”
                Os mando un besazo y en la próxima espero contar algo más interesante que mis “movidas” personales, pero ya sabéis que esto también forma parte de la Misión.
Inma.

1 comentario:

  1. Leo la última entrada en el blog y me vienen muchas cosas a la cabeza. Supongo que, independientemente del tiempo que hayamos estado en Misión, ese sentimiento de no aportar o de querer correr más o sentimiento de falta de compromiso nos han pasado a todos. Sin embargo, leyendo un artículo de Paulo Freire me quedé con una frase que ha permanecido siempre conmigo: "el pueblo lleva muchos años en camino y tú llegas para acompañarles durante un trecho". Ánimo, que lo que te vas a llevar de la Misión no se puede poner en un informe, porque es Vida-En-Abundancia. Estamos a punto de empezar el Adviento: Dios decide venir al mundo como un niño y aprender todo, caminar al paso de la Humanidad. ¿No podría con un simple guiño transformar el mundo? Y sin embargo decide venir desde abajo, siendo un don nadie, sin importancia, sin casi llamar la atención. La encarnación es el ejemplo de nuestro ser misionero. Un abrazo muy grande :)

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