miércoles, 4 de marzo de 2015

La defensoría del pueblo nos alerta

A veces leemos informes, vemos estadísticas y sentimos pena o frustración, pero en el fondo pensamos que lejos me queda o menos mal que a mi no me ha tocado…

 Estos días el defensor del pueblo en Bolivia ha presentado un informe sobre la situación de los niños, niñas y adolescentes… El informe nos hace reflexionar sobre nuestra labor, tan ligada a los niño/as y adolescentes.

Voy a reproducir textual parte de este informe:

     “El reporte consolidado de los casos conocidos por nuestra institución y por la opinión pública, correspondientes a la gestión 2014, sobre violencia hacia niñas, niños y adolescentes, muestra que el año pasado se registraron al menos 73 infanticidios; de estos, 60 corresponden a muertes de infantes de 0 a 5 años; y 13 casos corresponden a menores entre 6 y 13 años. Del total de los casos, ocho fueron violaciones sexuales seguidas de muerte. Los datos sobre violencia sexual registraron 326 casos, 141 corresponden a menores de entre 0 a 12 años; y conocimos 185 casos de adolescentes entre 13 y 17 años, que fueron víctimas de violación, tentativa de violación o prostitución. Casi la totalidad de las víctimas de violencia sexual son mujeres, excepto 33 casos en que fueron niños menores de 12 años y adolescentes varones. Aunque es transversal, la violencia la reciben con mayor rigor, crueldad y recurrencia las niñas y adolescentes mujeres, que en muchos casos son víctimas de violencia sostenida por parte de padres, madres, hermanos, familiares, vecinos, compañeros de colegios o los grupos criminales organizados a través de la trata y tráfico de personas.

     El informe indica que “la violencia contra infantes, niñas, niños y adolescentes es un mal endémico de la sociedad boliviana y se inicia prácticamente desde su nacimiento y en su propio hogar para continuar luego en la escuela, el barrio, la comunidad, etc”.
    
     Pues a nosotros que trabajamos con niño/as y adolescentes, nos toca de muy cerca, porque hemos podido comprobar que es cierto que viven en situación de abandono, y en muchos de sus hogares hay maltrato físico o psicológico, y eso los niños lo reproducen en su comportamiento en la escuela, en el barrio y en muestro centro.

     Cuando los niño/as y adolescentes son maltratados, abandonados y sienten que no tienen protección, les arrastra hacia la vulnerabilidad, y los instala en una alarmante situación de riesgo social. Este informe nos impulsa a poner todo nuestro empeño en el proceso de acompañamiento, poniendo énfasis en los padres, a través de las escuelas de padres, talleres con los alumnos y colaborando con el colegio y con los niños en nuestro centro juvenil. En no desistir en el empeño de ofrecer a estos niños un lugar donde la violencia no sea el modo de tratarse, donde vean que son posibles relaciones pacíficas y afectivas sanas. Nos impulsa a seguir al lado de los más desprotegidos e indefensos, aquellos que desde su inocencia nos reclaman una sonrisa, una caricia y una palabra de cariño. En eso seguiremos.

José Adolfo


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