sábado, 26 de noviembre de 2016

Nueva vida en familia


     Este mes ha sido bien intenso, lleno de emociones y sentimientos nuevos, pero gratificantes.
     El día 25 nación nuestra hija Nieves Victoria, gracias a Dios sin complicaciones y con total normalidad. Pasados los primeros días, regresamos a casa y nos dimos cuenta de que nuestra vida ha cambiado por completo, nuestra vida y nuestra forma de estar en misión.

     A veces nos centramos demasiado en los proyectos y dejamos de lado o no consideramos suficientemente lo que significa nuestra presencia en la misión.

     Acompañamos a niños, que en muchos casos provienen de familias muy desestructuradas, donde rara vez han sentido un abrazo, o un beso de buenas noches o ante una equivocación una palabra de apoyo en vez de un grito.
     
     No es normal ver a los padres llevar a sus hijos pequeños en brazos, ni cambiarles el pañal, ni jugar con ellos. Los niños crecen sin ese cariño paterno, y a veces no es culpa de los padres, porque ellos no lo han sentido de pequeños.

     No nos damos cuenta de que, nuestras actitudes y acciones influyen mucho más que las palabras. Los padres dicen a sus hijos e hijas que pueden hacer y ser lo que quieran. Sin embargo, el comportamiento de los padres, la propia cultura, el día a día del vivir de las familias nos dicen otra cosa.

     Es normal, por estos lugares, hablar en casa y el colegio, de los malo que es el alcohol, pero es más normal ver a los padres discutir y comportarse violentamente cuando llegan a casa borrachos; es normal decirles a las niñas que deben estudiar para ser profesionales y ser alguien en la vida, pero es mucho más normal escuchar a los padres decirles a sus hijas que ellas deben ocuparse de cocinar, lavar, cuidar a sus hermanitos, porque su hermano no puede hacer esas cosas, eso son cosas de mujeres.

     Es normal que mamá se ocupe de cocinar, lavar, cuidar a los hijos, porque papá se ocupa de traer el dinero, así debe ser, pero no ver que mamá además de todo eso, trabaja fuera y también trae algo de dinero. Todo esto influye y afecta el desarrollo de nuestros hijos y de cómo ellos, cuando sean grandes, van a repetir los mismos roles.

     No creo que es que no se quiera a los hijos pero si que cuesta mucho manisfestarselo y hacer actos que lo demuestren.


     Hemos visto que mucho más que los proyectos, que la atención del centro, que todo lo que hacemos, es el cómo estamos. Nuestra labor ahora se amplía, aunque suene pretencioso, tenemos una responsabilidad añadida, el ser ejemplo de familia comunidad de amor, de familia que basa su día a día en el amor misericordioso de Dios, donde podamos hacer ver a los niños y sobretodo niñas que es posible una relación de familia donde el centro sea el amor y el respeto.

Hasta pronto, un abrazo.

José Adolfo y Milenka

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Y LA VIDA SIGUE....

Hola a todos y todas…
 Sí, la vida sigue y parece imposible que estemos finalizando el mes de octubre.
            Este verano no tuve visita de amigos pero sí de compañeros de Ocasha con quienes compartí algunos días de descanso y visita a algunas comunidades de Sabaneta y cómo no, al internado de Aventura,  casi el equipo en pleno y aunque sin muchachos en esas fechas, siempre es un regalo visitar a pesar del largo recorrido por caminos de loma.
            Pasaron las vacaciones con una gripe de casi mes y medio que al final  pudimos vencer gracias a Dios, al antibiótico, la médico y yo…
            Y ahora…  porque como  dice una canción que cantamos aquí:
“No creas que, has venido tú solo,
fue el mismo Dios que te trajo hasta aquí, no no no...
No creas que, has venido tú solo,
fue el mismo Dios que te trajo hasta aquí”


Sí, aquí sigo, en Vallejuelo, porque el mismo Dios me trajo hasta aquí.  Este curso realizando tareas administrativas en el Centro Educativo San Andrés en las mañanas y por las tardes acompañando las comunidades del Distrito de Capulín con Los Pozos y San Andrés,  además de Palma Cana y Sonador. 

Hay algunas más pero me resulta imposible acercarme hasta ellas por falta de transporte. La semana se me queda corta,  la lluvia  suele ser por la tarde y en ese caso se suspende la visita y la catequesis. Se forma mucho barro (aquí le llamamos lodo) y todos se quedan en casa. El martes pasado llovió mientras estábamos en catequesis y a mi regreso en moto también.  
 

Sigo coordinando la catequesis en esta zona y donde aún no hay catequistas acompaño yo a los niños y niñas, que los hay, muchos y de todas las edades. Es una maravilla estar con ellos, les encantan las fotos, se mueven, vienen y van,  con paciencia es fácil. En las comunidades donde no hay capilla la falta de espacio adecuado complica la catequesis. En algunas no hay asientos para todos y se pelean… hemos decidido que cada uno lleve una silla… 
Unos con más interés que otros, unos pidiendo cosas materiales como mochilas, lápices, cuadernos…. Y yo diciendo que sólo voy a compartir el Evangelio de Jesús, aprendiendo cómo Él nos ama, cómo vivió y dio su vida por nosotros, para rezar, jugar, cantar, que haremos alguna fiesta para celebrar la Navidad…. Pero que no doy cosas… 

 
En un día de catequesis todos disfrutamos leyendo las cartas y viendo los dibujos que hicieron los niños y jóvenes de grupos de catequesis de la Parroquia El Buen Pastor de Miranda de Ebro .
                Se maravillaron con los colores de los dibujos puesto que aquí muy pocos tienen pinturas para colorear.







En algunas comunidades se han acostumbrado a pedir y recibir. La iglesia evangélica, muy extendida por todo el país, además de entregar dinero para material escolar y ropa durante todo el año también da apoyo escolar. Nosotros no tenemos recursos económicos ni humanos. Tampoco funcionamos así y muchos acuden donde les dan por lo que salen de la Iglesia católica.




Hay cierta apatía, desconocimiento, pobrezas materiales y espirituales… algunos responsables de nuestras comunidades comentan que en definitiva da igual a la iglesia que vayan, que Dios es el mismo y mientras sean religiosos… Yo me digo: igual, igual… Desde la formación, el testimonio y el acompañamiento intentamos con muchas dificultades fomentar su pensamiento crítico, fortalecer su autoestima y ayudar a impulsar una acción transformadora que surja de ellos mismos y sean protagonistas del cambio.
            Los domingos acompaño al sacerdote a las diferentes comunidades donde celebramos la Eucaristía, de esta forma mantengo la comunicación y relación con ellos.
            En estos días empezamos a organizar la planificación del año 2017, pues aquí se realiza por año natural. El Padre Moisés me invitó a ir al Encuentro Nacional de Pastoral en Santo Domingo junto con otras personas de la Diócesis de San Juan de la Maguana.  Fue un regalo el poder asistir y compartir tres días con los representantes de toda la Iglesia dominicana, que cuenta con 11 Diócesis, para evaluar las tareas pastorales y planificar las líneas principales del próximo año. Tuve ocasión de compartir experiencias, saludar a sacerdotes y laicos españoles que colaboran en diferentes diócesis y pastorales…   Se veía una iglesia viva en la que laicos, religiosos y sacerdotes intentan trabajar en comunión con sus pastores desde las diferentes realidades que existen, entre el norte y el sur, las comunidades urbanas y las de las lomas y zonas rurales, las del centro y zonas de frontera… cada una con sus problemáticas específicas.


Creo que no os he hablado de mis  visitas al Leprocomio de Nigua en Santo Domingo… Lo conocí gracias a las Hermanas Mercedarias de la Caridad. Están presentes desde 1923 con su trabajo y dedicación; en la actualidad siguen curando y remediando las llagas físicas y espirituales de los que viven allí. Con la ayuda de la Congregación y las campañas que realizan mantienen el Centro ya que el Gobierno dominicano desde el Ministerio de Hacienda no asume el coste total que supone atender las necesidades de los pacientes. La Oficina Mundial de la Salud sí provee los medicamentos de los enfermos.
        
     La lepra es una enfermedad que afecta a la humanidad desde hace más de 4.000 años. Es producida por el microbacterium leprae o bacilo de Hansen, descubierto en 1874 por el médico noruego Gerhard Armauer Hansen. En medio del dolor y de la discriminación la Merced está presente por medio de cada Hermana Mercedaria como pedía el fundador de la Congregación, Padre Zegri. 
            El Centro cuenta con oficinas, cocina, comedor, alrededor de 40 dormitorios y una gran área para cultivos, además de áreas de esparcimiento donde los enfermos ven la televisión, escuchan música, descansan, juegan a las cartas y dominó o simplemente se cobijan a la sombra de un árbol en el jardín. El personal lo componen médicos, enfermeras,  porteros, cocineras y  jardineros.
            Ha sido un descubrimiento y toda una experiencia para mí. En mis visitas, hablo con unos y otros; les hay extrovertidos y la charla es amena, fácil… con otros no tanto. Con las mujeres resulta más difícil… Les hay con la enfermedad más o menos avanzada, algunos con amputación de algún miembro como piernas, pies, manos o dedos… con más o menos años de ingreso en el Centro. Una realidad que desconocía y me impactó. Su serenidad, su paz a pesar de la gravedad de la enfermedad que atendida en sus comienzos es curable y sin embargo, para los allí ingresados ya no lo es. Algunos sin visitas de parientes ni amigos; su lepra no ha curado y sólo esperan la muerte. En otros casos sí  reciben visitas o llamadas de sus familiares. Rostros, vivencias, dolor y alegría que pongo en manos de Dios.
                Estos días he recibido muchos saludos y felicitaciones por  el mes de las misiones. Aquí también se celebra el Domund aunque principalmente todo el mes está enfocado a la Misión Continental. Laicos de todas las parroquias son enviados como misioneros a visitar familias anunciando el Evangelio.
            Desde estas líneas quiero dar las gracias a todos los que rezáis por los misioneros y misioneras que nos encontramos en países de misión. Todos somos misioneros, ahí y aquí, cada uno allí donde el Señor le ha llevado.            Gracias a la familia, amigos, compañeros de trabajo, Ocasha, a todas las Parroquias de Miranda de Ebro y en su nombre a los párrocos: Jesús Mari, Marcelo, Rafa, Ángel, Goyo, Rubén y León, desde la ciudad donde nací y crecí, sé que me seguís acompañando. Que el Señor nos de la fuerza, el coraje de seguir tras las huellas de Jesús de Nazaret y la esperanza de que “otro mundo es posible” si todos colaboramos en la tarea a la que hemos sido llamados. Que seamos todos y en cada lugar del mundo misioneros de la misericordia,  porque, como dice el Papa Francisco: “la misericordia es la caricia de Dios”.

Unidos en la Misión y  la oración.
Charo Corcuera García. OCASHA-CCS
Vallejuelo. San Juan de la Maguana.
República Dominicana. Octubre 2016