sábado, 28 de octubre de 2017

LUCHANDO CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD


Nada más llegar a República Dominicana nos vimos inmersos en una realidad que, desde un sector muy numeroso de la población del todo el país, luchaba por conseguir que se erradicara de todos los niveles la corrupción y la impunidad. Este movimiento se identifica con su actividad estrella LA MARCHA VERDE. Este color identifica la esperanza de que un día se consiga que todo, y en todos los aspectos, sea transparente y que se exija responsabilidad en los actos de cada uno de los ciudadanos, ocupe el lugar que ocupe en la sociedad. Era un movimiento que se iba gestando desde finales del 2016, se habían hecho actividades y personas de todo el país querían pacíficamente manifestar su rechazo a todo tipo de acción que encubriera la corrupción y facilitara la impunidad. Nos sumamos en marzo a nuestra primera MARCHA VERDE en Jimaní y sus alrededores. Fue una experiencia intensa, significativa, aunque no multitudinaria. La gente quiere cambiar la situación, pero tienen miedo a las represalias que su significación en esta actividad les puede acarrear. Pueden perder sus trabajos, pueden perjudicar a sus amigos y familias por su vinculación a esta actividad. No peligra la vida física en esta lucha, pero si su condiciones y sus prestaciones. 
Por supuesto, hay gente que arriesga y otra gente que teme. Hay gente que lucha y otra gente que espera que la lucha consiga beneficios para todos. Hay gente que lo que oye al oído lo pregona desde sus terrazas. Hay gente que son luz para iluminar y aportar cambios que acaben con posiciones enquistadas de corrupción e impunidad. También hay personas que no escuchan, que sólo buscan las tinieblas para actuar egoístamente y a beneficio propio. 
Seguimos después de meses apoyando esta lucha para poder conseguir mirar a los que vengan después de  nosotros con orgullo, esperanza y con  ilusión

lunes, 23 de octubre de 2017

FORMANDO EQUIPO EN JIMANÍ

El día 10 de septiembre hace seis meses que estoy en República Dominicana. Mi nombre es Juan Antonio, soy miembro de OCASHA-Cristianos con el Sur y misionero de la diócesis de Ciudad Real, nací en Manzanares. Quizá ya conozcáis algo de mis andanzas, pero hoy quiero centrarme en contar, después de este espacio de tiempo, lo que verdaderamente he descubierto que voy a hacer en estos tres años de misión en Jimaní. El proyecto que me trajo al sur de Dominicana es un Centro Social de los Jesuitas que trabaja con migrantes en esta zona. No es un proyecto nuevo, este centro lleva laborando muchos años y con resultados muy satisfactorios en el ámbito de la defensa de los Derechos Humanos y en la Promoción y Protección del Medio Ambiente. Las líneas de trabajo están claramente definidas y las metas trazadas. Lo que se nos ha pedido es que establezcamos un equipo autóctono que dé continuidad al proyecto. Anteriormente se ha trabajado con personas muy valiosas, pero casi siempre eran personas de fuera, ya de otros países como de otras partes del país. Bien, ahora se ha apostado porque yo sea el único que forastero en un equipo netamente de Jimaní, y que  mantengamos el nivel y la eficiencia en el trabajo. Éste es el reto y lo hemos asumido. De momento somos tres trabajando y dos apoyando en calidad de aprendizaje. Tenemos en el Centro una abogada, Rosaidy, que atiende todo lo que es el trabajo de asesoramiento legal a personas migrantes y a grupos de migrantes de Jimaní y las localidades aledañas (Boca de Cachón, Tierra Nueva, El Limón y Bartolomé), además organiza talleres de temas sociales (Derechos Humanos, Interculturalidad, Mediación de Conflictos, Autoestima,…), de herramientas organizativas y de incidencia. Todo enfocado a conseguir que los migrantes se integren en la sociedad dominicana y sean un aporte para el desarrollo de las poblaciones fronterizas. También contamos con un psicólogo en ciernes y bilingüe (castellano-creyol), Yasmani, que atiende todo el trabajo de formación con jóvenes y con la población dominicana de ascendencia haitiana, en la misma línea de defensa de los Derechos Humanos, la Participación Social y la Promoción y Protección del Medio Ambiente, pero con la peculiaridad de que sean la población más joven la que se empodere de los procesos de cambio en la sociedad dominicana. Ahora vengo yo como coordinador y administrador del Centro. Mi trabajo principal es mantener el equipo unido y dentro de los objetivos que marcan nuestra misión. Las últimas adquisiciones han sido dos jóvenes mujeres bilingües, Jivena y Camila, la primera está estudiando matemáticas y la segunda enfermería. Jivena nos van a apoyar en la administración y Camila en la formación de los grupos de migrantes. Es un bonito trabajo, pero lo que tenemos que comprender cada uno de los que conformamos el equipo es que somos hoy parte de este equipo, pero que ello no quiere decir que tengamos que perpetuarnos en él, y que siempre tenemos que hacer nuestro trabajo con eficiencia, pero sin ser imprescindibles y dejando siempre nuestro lugar cubierto y funcionando.

JIMANI

JIMANÍ, un puesto misionero de la frontera sur entre República Dominicana y Haití

Hace poco más de dos meses, en Manzanares, se realizó la ceremonia de mi envío misionero. Mi nombre es Juan para unos y Juan Antonio para otros, pero él mismo para todos. Quería que me conocierais por estas líneas y que por ellas compartierais conmigo esta nueva aventura misionera que comencé el día 10 de marzo. Anteriormente tuve otra experiencia misionera, estuve trece años en la selva amazónica peruana, en Yurimaguas, en un proyecto de radio educativa. Ahora en mi segunda experiencia se me ha dado la oportunidad de trabajar en Jimaní en el Servicio Jesuita con Migrantes y Refugiados. Jimaní es una localidad fronteriza con la vecina Haití, es una zona de paso de migrantes y de comercio binacional, con toda la problemática que estas localidades presentan en la violación de los derechos humanos y el abuso contra personas en situación vulnerable. Nuestro trabajo aquí es velar por los derechos de los más débiles, acompañarlos es sus necesidades y favorecer el entendimiento entre la población autóctona y la población foránea. Se trata,  por lo tanto, de trabajar la sensibilización en la igualdad y en la acogida al migrante, así como en la responsabilidad de éste en integrarse lo mejor posible en la sociedad receptora. El Servicio Jesuita cuenta con un equipo multiprofesional compuesto por una abogada y educadora, un promotor de jóvenes y de dominicanos de ascendencia hatiana bilingüe, un promotor de acompañamiento territorial que es abogado y periodista,  y un administrador, cada uno tiene un área de trabajo concreto, pero juntos conforman un mismo órgano de trabajo que hace frente de forma conjunta a la labor de la defensa de los derechos humanos. Todos son dominicanos y de la zona, mi trabajo es coordinar con ellos todo el trabajo que realiza el Servicio Jesuita desde una mística de Iglesia Universal y de opción preferencial por los más pobres. 
Ahora mismo estamos metidos en un proceso, a nivel nacional, de lucha contra la corrupción y la impunidad. La realidad política de República Dominicana se ha visto colapsada por el descubrimiento de una serie de actividades fraudulentas por parte de las autoridades que ha hecho que el pueblo dominicano no pueda continuar en silencio ante este comportamiento. Desde hace meses se ha creado espontáneamente un movimiento, desde todos los sectores de la población, la MARCHA VERDE que mediante manifestaciones, protestas y demandas quiere que se acabe con la corrupción y la impunidad imperante en el país. Desde el Norte hasta el Sur y desde el Oeste al Este de la Isla se han dado muestras pacíficas y ordenadas de querer que desde el gobierno se trabaje por la transparencia, el bien común y la justicia. La respuesta del gobierno ha sido de tachar de traidores y sediciosos a los que siguen el movimiento y de ser un grupo politizado y cuyo único objetivo es derrocar al presidente actual, Danilo Medina. Nada más lejos de la realidad, lo que se busca es esclarecer los hechos y que los responsables, sean quien sean, rindan cuentas ante la justicia. 
Nuestro Servicio colabora con las personas, organizaciones y asociaciones que luchan por la justicia social y, por tanto, estamos teñidos de verde desde Jimaní. Hemos participado en la  llevada de LA LLAMA VERDE por todo el país, una antorcha que quiere ser símbolo de la esperanza que todos los dominicanos tienen por conseguir acabar con la corrupción y la impunidad. Y el día 21 de mayo LA MARCHA VERDE llenará de esperanza las calles de Azua, ciudad centrica del sur del país, donde se manifestará la población.
Mi labor es acompañar este y otros procesos de esta índole, colaborar con el bienestar general de la población en la zona fronteriza, a veces con luchas locales y otras veces en movimientos nacionales, promoviendo el estado de derecho y, específicamente, las relaciones interculturales binacionales.
 Yo aún me encuentro en la fase de ver, de observar y de tener los ojos abiertos a una realidad que hasta hace poco tiempo me era totalmente desconocida. Poco más puedo decir sin caer en el error de hacer juicios sin elementos para ello. Espero conocer un poco más y compartirlo con todos, pero eso tomará un tiempo y todos tendremos que esperar.

domingo, 8 de octubre de 2017

JOVENES ROMPIENDO FRONTERAS

El mes de septiembre nos ha llegado con varias actividades, de trabajo y personales. Todas ellas muy gratificantes y esperanzadoras.

El servicio jesuita a migrantes Bolivia, tiene un programa para jóvenes: Jóvenes Rompiendo fronteras, que nos han encargado a ocasha. Durante todo el año, estamos trabajando en colegios (este año han sido ocho) de el Alto y en una población cercana Viacha. En los colegios y realizamos talleres y encuentros con jóvenes entre 14 y 17 años (en total alrededor de 200), trabajando el tema de la interculturalidad en contexto migratorio, algo que creemos importante porque El Alto es una ciudad esencialmente formada por inmigrantes (en su mayoría de zonas rurales, pero también de otras provincias y países.) 

Los jóvenes que llegan del campo, o los que han nacido en El Alto, pero sus padres si son de zonas rurales, sienten el choque cultural que supone un cambio de vida tan brusco.

El Alto tiene otra peculiaridad, es ciudad fronteriza con Perú y Chile, por lo que el intercambio de personas es constante. Si a esto unimos los roces y conflictos entre países, principalmente con Chile, nos da una sociedad tensionada por diferentes conflictos.

Hace tiempo que el Servicio Jesuita a Migrantes en Bolivia se planteó la necesidad de hacer algo al respecto y surgió la iniciativa de tener una misma formación con jóvenes, en los tres países, para crear relaciones pacíficas. Surgen así los encuentros Jóvenes Rompiendo Fronteras. Durante unos días alrededor de 90 jóvenes de Arica (Chile), Tacna (Perú) y El Alto (Bolivia) se reúnen y comparten formación, actividades sociales, conocimientos, juegos, bailes y mucho más.

Este año el encuentro se ha realizado en El Alto. Nos reunimos durante cuatro días. Comenzamos reflexionando sobre la diversidad cultural y las nuevas tecnologías. En la tarde fuimos de paseo por La Paz, donde realizamos diversas actividades de incidencia. Una de ellas, unirnos a la campaña de hospitalidad del servicio jesuita a migrantes en américa latina y el caribe #somos hijos, somos hermanos, somos humanos.
También pudimos repartir abrazos de paz, compartiendo y hablando con las personas de La Paz, que otra forma de relacionarse es posible. 

El sábado, devolviendo la solidaridad y acogida de El Alto, realizamos varios trabajos comunitarios en zonas desfavorecidas: En una parroquia pintamos la valla y comenzamos la construcción de unos baños. En dos colegios de fe y alegría hicimos un jardín y arreglamos un aula para niños de prescolar. Terminando el día con un APTHAPI, costumbre andina de compartir los alimentos entre los miembros de una comunidad. Compartiendo de forma sencilla y conociendo algo más de las costumbres del pueblo Alteño. Después del duro trabajo es hora de relajarse, en una fiesta donde se compartió baile y música. 


El domingo dimos gracias por lo vivido en una eucaristía compartida y vivida por todos. Fue momento de agradecer. Y de pasar la luz de este encuentro a Arica, Chile, donde se realizará el próximo año.
Estos encuentros, son un signo de esperanza, momentos y encuentros para ver como hoy, cuando la sociedad y el mundo están llenos de fronteras, un grupo de jóvenes se unen para derribarlas. Para ver cómo, con un poco de entusiasmo, con mucho amor y juventud, otra forma de relacionarse es posible entre pueblos. 
Para ver como Jóvenes de Chile, Perú y Bolivia siembran semillas de hermandad, paz y solidaridad. Para hacer realidad nuestro himno: "De cordillera al mar, desde el norte hasta el sur, han venido a cantar este himno de amor… Con los brazos abiertos nos mira Jesús, invitando a la paz y reconciliación".
Milenka y José Adolfo



DONDE DIOS ME QUIERE

Saludos, familia.

Creo que va siendo hora que sepáis cuál es mi función aquí, y cómo he vivido estos seis primeros meses en República Dominicana. La misión está siendo una oportunidad fantástica de trabajar para Dios, y lo más importante experimentar su cercanía de maneras que ni imaginaba.

Las primeras semanas fueron de inmersión. Mi compañero Juan y yo viajamos a lo largo del país, conociendo a los distintos misioneros católicos de españa (tanto de OCASHA, como de otras; laicos, sacerdotes, religiosas…) Para formar un lazo fraternal, al compartir el mismo sentir misionero. También tuvimos oportunidad de ver el trabajo de distintos centros sociales jesuitas dentro de República Dominicana, en especial en la zona fronteriza.

Esas semanas fueron muy difíciles. Y la dificultad no era por el clima, la comida, o las diferencias culturales (estas diferencias no son evidentes. sólo las notas en los detalles y en los matices) sino por el hecho de no tener cerca mío a mi familia, amigos, mi pueblo. La nostalgia dolía mucho, en especial en esos momentos en los que el trabajo que haces parece no tener sentido.

El tiempo fué pasando, y he visto cómo Dios no me ha abandonado en ningún momento. A través de todos los momentos de dificultad, el apoyarme en su palabra ha sido un motivo de esperanza. Ahora siento fuerzas renovadas cada día, y una alegría aún mayor si cabe que la que tenía en España. Y eso se debe a dos cosas principalmente:

Primero, cuando encuentras personas con las que compartir tu fe, tus vivencias y tus esperanzas. Con la que compartir la Eucaristía, y momentos de oración.Segundo, cuando encuentras un sentido a la labor que estás haciendo, y puedes comprender que cada paso que das y cada día que vives es una nueva oportunidad de servir a Dios y llevar su Palabra, allí donde el Señor te ha puesto. Y he dicho sentido, que no fruto… sembramos con gozo, y los resultados se los dejamos al Espíritu.

Vivo en la ciudad de Santiago de los Caballeros. La segunda más grande de República Dominicana. No es una ciudad tal y como la conocemos en España. Aquí hay mucha inseguridad, violencia, desigualdad social y difícil acceso a cosas tan básicas como agua corriente, luz o salud en condiciones. Mi trabajo aquí es con jóvenes, y podría decirse que se divide en dos vertientes:

La parte social, donde estoy trabajando como promotor de jóvenes en el centro social CEFASA. Mi labor aquí es capacitar y dar herramientas a los jóvenes para poder analizar la realidad sociopolítica que los rodea, siempre a la luz y valores del Evangelio, y una vez comprometidos con ésta realidad, les ofrecemos alternativas para ser agentes de cambio entre sus seres queridos, compañeros de estudios y trabajo. A la larga tenemos la esperanza de conseguir un país más justo por medio de las nuevas generaciones emergentes.

La parte espiritual es más un misionero “al uso”. Visito grupos de jóvenes, capillas, iglesias y parroquias, catequesis, pastorales… acompañando a éstos en sus procesos. Un ejemplo de este trabajo sería consejero espiritual de distintos coordinadores de pastoral juvenil, y líderes de jóvenes, analizando las problemáticas sociales y espirituales a las que se enfrentan, y buscando juntos en la Palabra y por medio de oración respuesta a estas problemáticas. Es mucha responsabilidad, pero estoy maravillado y contentísimo con este aspecto de la misión.

No todo es fácil a día de hoy. Me enfrento a problemas que nunca antes imaginé tener que enfrentar (por ejemplo, dos huracanes). Aún hay cosas por mejorar en mi vida como misionero, como jóven, como cristiano: es un proceso y un camino que estoy haciendo con muchísima ilusión. Se que estoy justa y exactamente donde debo estar. Donde el Señor me quiere.