martes, 25 de junio de 2013

Acompañando, ¿o acompañada?

                Y es que esta pregunta me la hago cada día. En cada día aprendo cosas nuevas, ya lo dice el dicho “nunca te acostarás sin aprender una cosa más” pero ¿y el acompañar? Porque yo me hago también esta pregunta cada día. En la Misión, en el trabajo de cada día siento más cerca al Padre, en mi trabajo en la parroquia, en los niños y las familias del Centro de Nutrición. Os voy a poner algunos ejemplos.

Los viernes, la Pastoral Penitenciaria en la persona de Sor Milagros va a acompañar a los presos de la pequeña cárcel de Pedernales. Esta semana pasada fui con ella. ¿Puede ser más cercano el Evangelio en la boca de los presos? Es impresionante como las lecturas leídas en la oración de la mañana se transforman, cobran otro sentido. Ellos viven “hacinados”, mal comidos, mal atendido,… ya os imaginareis si Pedro nos cuenta las violaciones a los derechos más fundamentales de la persona en la calle ¡cómo estarán aquí! En la preventiva (espacio que está hasta que se les hace la investigación para aclarar si son culpables o inocentes) hay algunos que están dos y hasta tres años. Así que cuando va Sor Milagros, hablan con ella, se desahogan,… y además comentan el Evangelio, hacen oración y cantan. Nada más entrar prepara las pocas sillas que tienen nos las brindan a nosotros, preparan un improvisado circulo bajo la pequeña lona que tienen en el centro del patio, el cual casi llenamos con todos los participantes. Tengo que reconocer que había más personas que en la misa de mi pueblo un domingo por la tarde.

Ntra. Sra. Altagracia, patrona de R. D.
En cuanto a la Parroquia, estoy dando una serie de formación en Habilidades Sociales, comunicación, resolución de conflictos, no solo a toda la población de Pedernales sino también a la Pastoral Social y la Familiar. Tengo que reconocer que me encanta dar formación de adultos, de hablar de los temas que más me gusta y domino, pero lo que más me gusta es la interactuación, las aportaciones que todos dan, la participación. Aprendo más que lo que puedo dar. Además me siento feliz de ver a personas de lo más formadas, que asumen el acompañar a las familias de la Parroquia y de la comunidad con lo que han aprendido en estos talleres. Siento que el trabajo que yo hago ya lo hacen ellos/as y eso me llena de gozo. ¿Qué hay mejor que ver que las personas locales asumen su parte en la Parroquia, en las Comunidad y en la sociedad que les ha tocado vivir?

Estos meses han sido de transición, a partir del próximo mes me voy para Santo Domingo, a acompañar (y seguro que sentirme acompañada) por el nuevo Proyecto en la Pastoral Materno Infantil, combinando lo que mejor se hacer y  lo que he estado haciendo hasta ahora, con el colectivo que más me ha interpelado y enseñado en este año y medio: Las mujeres migrantes. Pero ya les contaré en la próxima entrada.

Así que con esta entrada les comparto mi experiencia, pero también les dejo caer la pregunta a cada uno/a de ustedes ¿Acompañan o les acompañan?

Un besazo, Inma.

3 comentarios:

  1. Mi querida Inma..tus palabras me animan siempre y me ayudan muchísimo a comprender y vislumbrar dónde se encuentra la verdadera felicidad. Ciertamente que cuando acompañamos se da el fenómeno de que somos al mismo tiempo acompañadas. Nos acompañan la generosidad, que brota de un corazón agradecido, la alegría que se produce al darnos, la esperanza que nos hace experimentar la presencia de un Dios Vivo en cada uno de esas personas a las que acompañamos y nos acompañan...Que Dios te bendiga y continúe «acompañándote» en tu servicio misionero. Un abrazo!

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  2. Acompañar y ser acompañado, evangelizar y ser evangelizado, dar habilidades sociales y recibirlas. Decia un señor de mi grupo de crecimiento en la fe, que si quieres aprender ponte a enseñar y a mi mismo me decia, cuanto te queda por aprender cada vez que te preparas para darnos un tema verdad? Y es que en todo proceso se da una bidireccionalidad que es dificil de separar se da a la vez el dar y el recibir. Como en el crecimiento en el amor, a veces solo hablamos de amar pero tambien deberiamos de trabajarnos el dejarnos amar por los demas.

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  3. Pues sí, Inma: la vida es un aprehender constante. Y no es posible ni vivir ni crecer en soledad. Dios es Trinidad, Comunidad de Amor, y a su imagen hemos sido creados... Vivimos ¡acompañándonos!

    Gracias por contarnos tus vivencias, Inma, contigo también vamos creciendo en SER más lo que hemos de ser.

    Un abrazote.

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