miércoles, 6 de noviembre de 2013

TODOS LOS SANTOS O EL DÍA DE LOS DIFUNTOS




     Ha sido la primera celebración importante de la capilla, desde que yo estoy aquí, un día especial para varios de los niños y jóvenes: Su bautismo. Es concluir un periodo para nosotros, que les hemos preparado, y para ellos es el comienzo de uno nuevo. Fue una celebración sencilla, emotiva, y marcada por lo importante del acontecimiento. En unos días más, celebraremos las primeras comuniones.

Celebración bautizos

           Pero en este blog quiero hablarles de una fiesta, importante y significativa en Bolivia, la fiesta de todos los santos, el día de los difuntos, donde se mezclan ritos propios de la cultura precolombina y ritos de la religión católica. Es un buen ejemplo de sincretismo.

           El primero y dos de noviembre, son los dos días del año en el cual se honran, se recuerdan y se acompañan las almas de los parientes fallecidos. Y son especialmente importantes los “tres todos los santos” posteriores al fallecimiento (la mesa es más elaborada, la celebración es más íntima) porque después de los tres años, el alma ya no es un “alma reciente”.

          Estos dos días, las iglesias celebran misas con listas interminables de difuntos.

     Durante los días previos, principalmente las mujeres, se reúnen para hacer las masas (panes y similar).

            El uno de noviembre todo debe estar listo antes del mediodía ya que es en ese momento, en el que se dice que llegan las almas, para irse a las 12 del mediodía del día dos. La mesa contiene una variedad de masas realizadas para la ocasión, frutas, bebidas, platos de comida, todo aquello que le gustaba en vida al difunto.

       En la concepción aymara el camino que cada persona debe seguir no termina específicamente con la muerte. Cumplidas las etapas de la vida y llegado el fin de la misma en este mundo, todavía hay más. Todo el ciclo ritual de la muerte comprende una serie de ritos y ceremonias, para que el alma tenga la posibilidad de seguir su camino sin problemas y que no reclame a los vivos por la falta de atención, por eso en la mesa se coloca pan en forma de escalera, para que pueda subir, caña de azúcar y de cebolla para que pueda beber en su camino y tenga un bastón para caminar.

          Las personas que acuden al hogar donde se arma la mesa rezan por el alma y reciben parte de los alimentos y bebidas que han sido preparados para la ocasión, pero no de los que están en la mesa.

         El dos de noviembre todo se traslada al cementerio y en lo posible se vuelve a armar la mesa sobre la tumba misma. Se come, se canta y se reza en las tumbas. Los reciris, muchos de ellos niños, son quienes reciben alimentos por los rezos y cantos que ofrecen para las almas. En el cementerio debe repartirse todo, no debe quedar alimento alguno. Los vivos que se alimentan con todo lo preparado, simbólicamente están alimentándose por las almas que ese día se van de este mundo para volver al año siguiente.

mesa en la capilla
         En la capilla también armamos nuestra mesa, los niños del centro de apoyo educativo hicieron el pan. Tuvimos nuestra celebración, en la que rezamos por todos nuestros difuntos, y terminada ésta, se colocó la lista con los nombres en la mesa, y cada niño, fue rezando por una de las almas, al terminar el rezo, se dice “que se reciba la oración” y todos contestan “que se reciba”, y se desarma la mesa, repartiendo, la bebida, la fruta, el pan, la caña de azúcar…

      Una manera diferente, pero muy especial de recordar a aquellos que nos dejaron y de los cuales nos acordamos por diferentes motivos.

           Un abrazo y hasta la próxima
         
           José Adolfo

No hay comentarios:

Publicar un comentario