jueves, 20 de julio de 2017

MANOS Y PIES

Muy buenas, querida Familia. 

Ya han pasado los primeros meses de misión, y no podéis ni imaginaros lo diferente que es de la perspectiva que yo tenía antes de entrar al avión.

¿Qué os digo? Recuerdo las palabras del Sacerdote José María Rojo, Presidente del IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras) “cuando pasas un mes de misión ad gentes en otro país, puedes escribir un libro. Cuando llevas un año, te verías capaz de escribir un pequeño texto. Cuando llevas toda una vida, no sabes ni qué decir.”


Esta frase se me hace totalmente real. Os podéis imaginar lo complicado que es condensar todas las experiencias, vivencias, visiones e impresiones que estoy consiguiendo. No es solo porque el lugar es distinto, es también por la manera en que me lo veo todo... voy a intentar explicarlo de todas maneras.
La misión... A día de hoy, para mí, la misión no es un sitio concreto, o una serie de actos. No es ir cuanto más lejos de tu familia mejor. No es cambiar el mundo, ni ser diferente a lo que eres. La misión no es, ni por asomo, un acto heróico y sobrehumano.

Entonces, ¿qué sentido tiene haber dejado por tres años la gente que tanto quieres? Si tanto bien estabas haciendo en España, ¿para qué ir tan lejos? Esa pregunta siempre ha rondado mi cabeza desde hace unos años. Porque el deseo de mi corazón era la Misión Ad Gentes... pero tampoco quería equivocarme ni sabía darle sentido a la vocación que el Señor puso en mí.

¿Dónde, entonces, radica la esencia de la verdadera y pura misión? Él me ha enseñado que el secreto está en el cambio de ámbitos. !Claro¡. Olvidarte de conseguir la felicidad tal como tú crees y el mundo te propone. Perseguir el ideal del Reino. Dejarte enamorar por la Gracia de Dios, y observar cómo no solamente te inunda a tí, sino que se derrama a tu alrededor. Caminar con la esperanza de que esta hambre y sed de justicia será saciada por el Espíritu.

Ser misionero no es otra cosa que ser tú mismo al lado de Dios. Y si algo he descubierto en estos primeros meses es que estar al lado de Dios es estar al lado de ellos. Cuanto más pienso en ello, más se alegra mi corazón. El Dios de Jesús se hace presente con mayor intensidad y poder en cada pueblo que está sufriendo. En el milagro de las pequeñas cosas. Ya no conozco al Señor porque alguien me lo ha dicho. Yo lo he visto y oído.

Por eso cobra sentido la frase de J.M. Rojo. ¿cómo describir la voz y la imagen de Dios, tan majestuosos y gloriosos a través de las palabras y rostros del más pequeño de sus hijos?

Por favor, te lo pido por todas las misericordias del Padre, tú que me lees. Si Jesús te llama a levantarte del sillón y embarrarte los pies, no tengas miedo. Te está dando la oportunidad de, siendo tú mismo, ser sal y luz. Manos y pies. Te está dando la oportunidad de conocerlo cara a cara.


1 comentario:

  1. La misisón siempre nos transforma, la entrega se hace vida y el servicio se hace don.

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