martes, 19 de diciembre de 2017

UN NUEVO RETO: ENSEÑAR NUESTRO IDIOMA


Como vengo contando desde hace varias semanas el trabajo que como misionero de OCASHA-CCS tengo que hacer atiende aspectos muy diferentes. Hoy quiero hablar de las clases de castellano que damos en Boca de Cachón y Tierra Nueva. 

Ya he contado como el equipo del Servicio Jesuita con Migrantes de Jimaní, trabaja en distintas comunidades de la zona. En cada una de ellas existe un grupo de migrantes que son nuestro objetivo. Cuando empezamos a trabajar con ellos nos dimos cuenta de una realidad: la mayoría no habla bien el idioma. Y, por supuesto, casi ninguno lo lee o lo escribe. Algunos de ellos llevan muchos años en el país, pero su  nivel de integración es directamente proporcional a su manejo del idioma. Ante esta realidad nos planteamos el reto, porque lo creímos necesario, de ofertarles la oportunidad de aprender a hablar, leer y escribir en castellano (ellos los llaman dominicano o español).

No todos los grupos respondieron positivamente ante la oferta, de hecho sólo dos comunidades nos pidieron que una vez a la semana pasáramos dos horas de la tarde con ellos aprendiendo.
Todos los miércoles de las tres de la tarde a las cinco nos desplazamos, quince minutos en moto, a la comunidad de Boca de Cachón para compartir, con quienes desean aprender castellano, ese tiempo. Las clases se imparten en la capilla de la Iglesia Católica de la localidad. Empezamos en agosto y hasta el momento tenemos unos quince participantes, en su mayoría mujeres.

De la misma manera, los jueves de las cuatro de la tarde a las seis conducimos nuestra moto, durante otros veinte minutos en otro sentido, a la comunidad de Tierra Nueva. Allí también nos esperan otros quince o veinte migrantes (aquí la distribución de hombres y mujeres es más equitativa) en la Iglesia Evangélica y nos adentramos en el aprendizaje del castellano.

La metodología es básica y los medios también. Mediante tarjetas van conociendo las letras, las sílabas y las palabras, para más tarde empezar con las frases. Todo gira en torno a la realidad de sus vidas. Los términos son usuales y las conversaciones son cotidianas. Todo ello aderezado con un poco de buen humor y con mucha participación.

Una característica de los dos grupos es que hay diferentes niveles, pero aprovechamos esta circunstancia para involucrar a los que más saben en el aprendizaje de los que saben menos. De tal manera que unos son el apoyo de los otros y potenciamos así la solidaridad y la posibilidad de que cuando no podamos estar nosotros ellos sigan aprendiendo. También estamos motivando para que conforme van adquiriendo un nivel se matriculen en la enseñanza oficial. Todo va poco a poco, pero sin pausa.

Aún estamos comenzando con estos grupos, pero la respuesta es muy entusiasta y muy participativa.

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