domingo, 17 de noviembre de 2013

Sobre lo material

Siempre se dice que lo material no es lo más importante, que debemos pensar y centrarnos más en otro tipo de valores y prioridades. De tanto repetirlo y oírlo, esto se ha convertido en un discurso un tanto vacío, pero, con los tiempos que corren, más necesario que nunca. Es de esos mensajes que nadie afirma estar en contra pero casi nadie es capaz de practicarlo de una forma coherente del todo. De alguna forma todos tenemos bastante apego (unos más, otros menos) por lo material. Nos guste o no. Ya no podemos vivir sin nuestro auto, nuestro móvil, nuestro ordenador, nuestra televisión, etc… Si, ya sé algunos pueden prescindir de algunas de esas cosas, es verdad, pero no conozco a nadie que lo haga de todas ellas.

El caso es que si se repite con tanta insistencia el mensaje debe ser por algo. A poco que lo piensas te das cuenta de que tanto apego a lo material no puede ser positivo para la sociedad en su conjunto. Se habla del consumismo excesivo para el planeta, por el cambio climático, la emisión de gases de efecto invernadero, la excesiva generación de residuos, etc. La gran mayoría afirma estar de acuerdo con la realidad de las amenazas que se vislumbran a, cada vez, más corto plazo, pero la carrera no se detiene.

No estoy escribiendo esto porque tenga alguna clave o solución que ofrecer. Ni mucho menos. Simplemente para compartir como aquí, en Bolivia, en el estilo de vida que llevamos el nivel de dependencia de lo material se ha disminuido considerablemente. A poco que compare nuestro acceso a lo material en comparación con el que teníamos en España, se me aparecen diferencias abismales.

Aquí no tenemos agua caliente más que en la ducha, que más bien la mayoría de las veces es agua hirviendo. No tenemos un coche, no tenemos un sofá, ni un sillón, no tenemos televisión plana, no tenemos una buena conexión a internet, etc. Pero la verdad es que casi nada de eso lo echamos de menos en exceso. Y lo que me pregunto es ¿por qué? En España sí que lo teníamos y lo valorábamos, pero aquí no. Puede ser porque nos hemos vuelto mucho menos dependientes de lo material, pero no me resulta una explicación muy convincente. Puede ser que hemos avanzado de alguna forma en una vida más espiritual, pero tampoco me acaba de servir como explicación. Sigue habiendo cosas que nos siguen provocando un gran apego como, por ejemplo, nuestros ordenadores.

Todo esto me hace pensar en qué debería hacer para que cuando volvamos a España seamos capaces de aprovechar la vida en Bolivia, para llevarnos lo bueno que hemos vivido, porque depender o poder vivir con menos cosas lo considero positivo. El caso es que confieso que no las tengo todas conmigo. Me da que, o ponemos mucha fuerza en resistir la influencia del contexto o nos veremos inmersos en el efecto, cada vez más típico en occidente, de la oferta crea la demanda. ¿Seremos capaces de hacer de esto algo permanente en nuestras vidas o nos acabaremos dejando arrastrar por la corriente consumista, aunque sea sólo en parte? ¿Qué han hecho ustedes compañeros de Ocasha? ¿Han pasado por estos procesos? Ahí les dejo mis dudas y dilemas y estaría encantado de escuchar sus experiencias

Luis desde Cochabamba

2 comentarios:

  1. Muchas gracias Luis por tocar este tema. Yo también me hago esas preguntas de vez en cuando, desde luego que es algo que cuestiona mucho.
    Un besazo a los cuatro¡¡

    ResponderEliminar
  2. Querido Luis
    Desde el otro día que leí tu entrada, llevo diciéndome que tenía que comentarla, ya que nos haces preguntas concretas e importantes.
    Vivimos permanentemente acosados por quienes intentan hacernos creer que necesitamos muchísimas cosas. La mayoría de quienes nos rodean tienen muchísimas cosas que cuando vivíamos por allá no "necesitábamos". De hecho tenemos la tira de cosas que no necesitamos.
    Siempre he pensado que haber tenido la posibilidad de vivir con los más pobres y (casi) como los más pobres nos ha marcado para siempre. Como tu escribes viviamos con muchos menos bienes de los que teníamos en España y no los echábamos de menos. Sí que valorábamos algunas cosas como el agua corriente (que muchas veces no teníamos) o algo de calefacción para las frías noches del altiplano; pero poco más. En este aspecto, la experiencia nos ayudó a comprender aquello de la distribución universal de los bienes de la que habla la doctrina social de la Iglesia y que el cantautor Luis Guitarra llama "todo es de todos".
    Desde luego que desde nuestra experiencia personal puedo asegurarte que también hemos pasado por ese planteamiento. Y por lo que conozco, muchos compañeros de OCCS lo han hecho, y - lo que es más positivo-, se nota que viven con esa actitud de vida.
    Ahora, hemos vuelto a acumular muchísimas cosas que no necesitamos. A algunas se nos hace difícil renunciar. Sin embargo (o a pesar de ello) somos conscientes, primero que somos unos privilegiados porque podemos tener casi de todo, pero también de la necesidad de compartir lo máximo con quienes menos tienen y también de luchar porque las estructuras que nos damos sean más distributivas y menos materialistas (aunque nos sepamos a contracorriente).
    Así que compañero, me alegro por vosotros de que os hagáis ese planteamiento porque estoy seguro que en este tema habéis cambiado para siempre. Y me alegro por nosotros de teneros por compañeros en OCCS porque esta exigencia ante lo material, necesita tener ejemplos continuos a seguir, por nuestro bien personal, por el bien de quienes no tienen lo mínimo y para resistir el continuo acoso de todo lo que nos arrastra al consumismo.
    Gracias por vuestro compromiso y un abrazo para los cuatro. Quique

    ResponderEliminar