lunes, 14 de abril de 2014

SUDOR, SANGRE Y RABIA




A veces asistimos sin quererlo a acontecimientos que nos llenan de sorpresa y de dolor por lo tremendo e injusto de esos casos. En el proyecto Nuevo Boca de Cachón, una construcción de 537 viviendas para trasladar a todas las familias dominicanas de un pueblo afectado e inundado literalmente por la crecida del lago enriquillo, pudimos asistir a una de las mayores problematicas de nuestra sociedad: Las condiciones infrahumanas y deplorables a las que se ven sometidos los trabajadores migrantes en muchas ocasiones.

En la mayoría de los casos, las condiciones laborales infrahumanas son por querer explotar la mano de obra haitiana para robarles el dinero que ganan gracias al sudor de su frente, realizando trabajos de construcción que ningún dominicano quiere hacer, sin seguros sociales, sin que se les respeten los más básicos derechos laborales, simplemente por un plato de comida al día y por un par de monedas, que por supuesto son un regalo según sus patronos. Esta forma de proceder con ellos y la demora en los pagos hizo que los obreros, el pasado 1 de marzo, se cansaran de trabajar 14 y 16  horas diarias, en turnos sin fin por un pago que se aplazaba mes a mes sin llegar nunca a materializarse, y comenzaran a quemar gomas y a lanzar piedras contra algunas carpas y contra los militares, que viendo los incidentes decidieron salir, arma en mano, para atemorizar y dispersar a los manifestantes.

Esta forma de protestar de los trabajadores, que desde aquí no compartimos, a veces es la única expresión que les quedaba a los más de 1045 obreros que hartos de trabajar de sol a sol, con facturas pendientes en los colmados, con familias ansiosas por recibir algo de dinero para salir adelante, pudieron hacer para llamar la atención, para pedir lo que legitimamente les correspondía. Mientras tanto los militares, armados con pistolas de 9 mm y escopetas de 14 mm, comenzaron a responder al lanzamiento de piedras con disparos y golpes hiriendo a mas de 30 personas, 4 de ellos de gravedad y matando a uno de los trabajadores.



Tras el altercado solo quedaron los restos de las gomas quemadas y la sangre de algunos de los obreros derramada sobre el asfalto, sangre que nunca supe el olor que tenía hasta que en el hospital Melenciano de Jimaní  supervise las curas a los trabajadores y realizabamos el parte de heridos, siempre bajo la atenta mirada de las armas de los policias y militares que los (nos) custodiaban.

  
Después de las curas trasladaron a 60 de los obreros (la mayoría de ellos ni siquieran habían participado en la quema de gomas) a la comisaria de policia de Jimaní. Allí en comisaría necesitariamos varios intentos y un sin fin de argumentos legales para que a los obreros allí detenidos los pusieran en libertad. Aun asi tuvieron que pasar la noche sentados en el suelo del recinto de la Policía, yo les acompañe durante toda la noche, hasta que en la mañana del domingo (como si de una pascual de resurreccion se tratase) aparecío el fiscal y después de varias horas de negociación y una llamada a la prensa pudimos conseguir la libertad para todos y cada uno de los trabajadores.


Una de las cosas que recuerdo de esa noche es la mirada de los trabajadores sentados en la comisaría, una mirada de miedo, de esperanza en que los sacariamos de allí y de rabía por toda la misería que han de pasar por ser migrantes e intentar buscar un futuro mejor para ellos y para sus familias. Casi ninguno de nosotros pudimos dormir esa noche, nos pasamos toda la noche mirándonos en aquel suelo frio y lleno de polvo de la comisaría, ellos me miraban con ojos de incertidumbre, temerosos por lo sucedido y por un futuro que consideraban incierto, mientras yo trataba de mirarlos firmemente, con una mirada de confianza, esbozando de vez en cuando una tímida sonrisa para transmitirles que todo saldría bien aunque mi corazón tenía el mismo miedo que ellos.


Al final todo termino medianamente bien ese día, aunque la lucha continua. Conseguimos la liberación de los 60 trabajadores y el pago de gran parte de sus prestaciones a muchos de ellos, pero aún quedan muchos de los 1045 obreros con prestaciones pendientes. Desde aquel día había querido contar en el blog de Ocasha esta historía que aún sigue coleando, pues sigue habiendo más de un centenar de reclamaciones pendientes encima de mi escritorio y seguimos mediando desde aquel día en los pagos de la obra para evitar más rabia y sangre. Quizas mi opinión sobre todo este tema de la lucha obrera, el pago de las prestaciones laborales, los derechos de los trabajadores migrantes no sea muy interesante o pudiera sonar muy "rojilla" y herir alguna susceptibilidad, por eso he preferido parafrasear las estrofas de una canción de mis años jóvenes que siempre me gustaron, que desde aquel día dan vueltas sin parar en mi mente, que reflejan los sentimientos que pasaron por mi corazon en aquellas interminables 48 horas llenas de Sudor, Sangre y Rabia y me hicieron tener fuerza y esperanza en que la lucha continua y de que esto debe de cambiar de una vez por todas. Las estrofas de la canción dicen lo siguiente:

"Rabia es la sangre que hierve por conseguir las metas de nuestra imaginación, rabia es el arte, la lucha por la libertad, la hoguera en los barrios de los sin dios. Rabia es el semblante de los oprimidos, es un fruto de la no conformidad.

Rabia es el arma de los olvidados, el instinto del eterno perdedor, rabia es contrario a desidia y derrota es la puerta que no se debe cerrar. Rabia es coraje y desesperación, es el cambio, la ruptura y la solidaridad, rabia es querer romper el tedio que te mima y que duerme los impulsos de tu corazón".


1 comentario:

  1. Gracias Pedro. Por tu capacidad para transmitir lo que estás viviendo; por como asumes aquello de acompañar los procesos de los pueblos...: acompañarlos en la comisaría, en esa situación, durante todas esas horas, me parece la fotografía de lo que hubiera hecho Jesús.
    La rabia, también es compartida. Ojalá que sirva para movernos a todos a denunciar, a enfrentar este tipo de Poder que permite estas situaciones.
    La lucha por los derechos de las personas siempre es interesante. Será "rojilla" pero también es evangélica ("bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados") y más que nunca necesaria.
    Y gracias, sobre todo, por ser esperanza para esas personas explotadas que hoy son tus hermanos.
    Un abrazo. Quique

    ResponderEliminar