miércoles, 7 de mayo de 2014

PASCUA


Estamos en tiempo pascual, y la Pascua es un tiempo muy especial. Vivir la Pascua es celebrar y vivir la alegría.

La alegría de la resurrección se comunica, se cuenta, cada uno, desde lo que va descubriendo.

Estando en contacto con los niños que vienen al centro, encuentro la alegría en la inocencia, en querer sonreír a pesar de las dificultades, o en aquellos que van creciendo, en sonreír para esconderlas. Encuentro la alegría en aquellos que dan de su tiempo para entregarlo a los más pequeños.

En saber que aún en la dificultad, nos sentimos resucitados y salvados por el Amor. Es sentir que Jesús resucita aquí, y ahora entre nosotros. Sus palabras nos alientan: No temas, deja la tristeza y acoge la esperanza.


Pensando en este tiempo, de dificultades, de emprender nuevos retos, de ver que a veces las cosas no salen como uno quiere, Jesús me invita a revisar mi misión desde su resurrección, entregándome a los otros, desde los otros y por los otros. Y creo que es posible “ayudar a resucitar”, a aquellos que carecen de muchas cosas, pero que llevan dentro la semilla de Dios, a veces una semilla que está por germinar, y quien sabe si una mirada, una caricia o unas palabras de apoyo ayudarán a que germine. He leído que al Quitar la losa, Jesús no sólo resucitó a Lázaro; devolvió la vida a María, hundida en sus dudas, y a los discípulos, que le seguían acobardados.

Bueno pues espero que esta alegría de la pascua, a todos los que estamos involucrados en la misión, nos de fuerza para estar al lado de los niños, jóvenes y todos aquellos con los que compartimos el día a día de la misión.

José Adolfo

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