EXPERIENCIA PEDRO DEL RÍO_Bolivia_octubre 2021
Mi vida misionera nace hace
diecinueve años, cuando mis padres deciden irse de misión a Bolivia. Al año,
nazco yo y desde entonces mi vida ha estado ligada la misión, pero de forma
significativa a este país, al cual me he sentido conectado de una forma
especial.
Además, mis padres me han ido
contando muchas cosas de lo que vivieron y experimentaron en su misión aquí, y que
de cierta manera he podido experimentar cuando hemos venido de visita años
anteriores, aunque de forma muy superficial, ya que un mes no da para mucho.
Así pues, tenía ganas de hacer este
voluntariado de un año, para conocer mejor el lugar en el que nací; cómo se
vive, las costumbres, la manera de vivir la fe que tiene la gente aquí, los
proyectos en los que trabajaron mis padres…
Estoy viviendo en la parroquia Jesús
Obrero, de El Alto. La pastoral que llevan aquí en la parroquia es
impresionante. La forma que tiene los chicos de las comunidades de hacer
catequesis es espléndida. Y se refleja en la cantidad de gente y actividad que
tienen con los niños de comunión y los jóvenes de confirmación. Además, hacen
un trabajo vocacional muy bueno.
Los fines de semana me estoy yendo a
dos comunidades que se encuentran en Tiquina y Huarina, dos pueblos que están
cerca del lago Titicaca, en el altiplano boliviano. Allí, la gente es de un ambiente
más rural, y por tanto tiene una vida más sencilla. Se dedican a la agricultura,
a la pesca, a la ganadería, tienen sus puestecitos en las calles. También
hablan aimara y, cuando ven que no entiendes, te intentan enseñar un poco. Es
gente muy amable, sencilla, con una gran capacidad de acoger. Si en El Alto, la
forma de vivir es diferente a la nuestra en España, aquí en el campo, es otra
cosa. Se puede observar otro paisaje, con montañas, vegetación, cerca del lago,
donde hay mucho silencio. Hasta tiene otro clima. La población vive en pueblos pequeños.
La extensión de la influencia de las parroquias es bastante grande, por lo que
los padres tienen que ir a muchos pueblos que no siempre están tan cerca…
El viernes por la mañana voy a
Huarina. El sábado por la mañana me voy a Tiquina, para preparar las
actividades y celebraciones que hay en ese día. Dormimos allí para estar en la
celebración del domingo. Comemos en Huarina y regresamos por la tarde a El
Alto. Además, los jueves también estoy yendo a Tiquina, para hacer catequesis
con los más pequeños, que tienen unos seis/siete años. Esta experiencia de
catequesis ha sido muy positiva. El tener que ingeniármelas para enseñar y
explicar algo a los pequeños, que son tan dispersos y es tan difícil mantener
su atención… Realmente me ha gustado, y me ha servido para saber cómo son las
catequesis con los niños más pequeños.
Y convivir con estas dos comunidades
que viven en el campo también ha sido una experiencia super positiva,
diferente, ya que son comunidades pequeñas. Tener que encender la chimenea, ver
cómo es el funcionamiento de una parroquia. Incluso a veces vamos al lago a
tomar el té por la tarde, mientras anochece.
Los días de diario, en El Alto,
estoy yendo por las mañanas a apoyar en el Kurmi que es un proyecto que trabaja
con niños, cuyas familias son especialmente vulnerables y tienen riesgo de
acabar en la calle. Estos niños van allí cuando no están pasando clases de
forma presencial en la escuela, ya que aquí en Bolivia acaban de empezar la
semi-presencialidad en los centros. Allí les damos apoyo con las tareas, ya que
en sus casas no tienen tiempo o el apoyo suficiente. Además, comen allí, labor
importante del centro porque no siempre los niños siguen una alimentación
adecuada o no comen tan abundante como en sus casas. Ayudándoles, dándoles
apoyo y queriéndoles es una forma muy bonita de hacer la misión y llevar el
mensaje de Dios. Ver la realidad en la que se encuentran y dándoles cariño y
amor, es muy gratificante. Pero no solo eso, sino que también estoy aprendiendo
distintas maneras de ayudarles, a desarrollar la imaginación porque tengo que
buscar otra forma de poder explicarles lo que no entienden o aprender métodos
novedosos y didácticos que los educadores me enseñan.
En resumen, esto es lo que en los
casi dos meses que llevo aquí he visto y oído, como dice el lema del Domund de
este año, estoy viviendo una experiencia increíble, humana y de fe. Estoy muy
contento.
Un fuerte abrazo para todos.
Pedro.
Me parece maravilloso que te hayas animado para hacer esa experiencia Pedro. Un abrazo muy grande.
ResponderEliminarPedro, me alegró muchisimo de que hayas ido a tus origenes con esa vocacion misionera que tanto he visto compartir. Quisiera volver a sentarme otra vez a la mesa contigo y en esta ocasión ser tu quien nos "cuentes lo que has visto y oido" como dice el lema del Domund. Un abrazo muy fuerte. Ramiro
ResponderEliminarPedro, me alegro un montón que hayas querido volver al inicio. En un tiempo de tantas incertidumbres es bueno ver a los que siguen su llamada interior y apuestan por conocer y aprender. Seguro que será un tiempo de crecimiento excepcional! Un abrazo muy grande!!!
ResponderEliminar